Primera lectura: Gén 1,26−2,3:
“Hagamos al hombre”
Salmo: 90:
“Señor, consolida las obras de tus manos”
Evangelio: Mt 13,54-58:
“¿No es éste el hijo del carpintero?”
5ª Semana de Pascua San José, obrero (s. I)
En la historia de la humanidad, el trabajo ha ocupado un lugar importante en el desarrollo de las personas garantizándoles la independencia, cubrir sus necesidades básicas, así como la participación directa o indirecta en una sociedad de consumo. Pero, ¿por qué se ordena la sociedad desde la antigüedad entre obreros y patrones? ¿Por qué cuesta tanto la justicia o la equidad laboral entre hombres y mujeres? Hoy nos encontramos con Jesús en su propia tierra, entre su vecinos, parientes y conocidos, que dudan de las capacidades de un hijo del pueblo, de un obrero que habla con sabiduría y manifiesta con sus acciones la imagen de un Dios cercano. ¿Será que también en la sociedad de Jesús pesaba esa diferencia de clases o de género y se determinaba quién podía enseñar, predicar y representar a Dios? A lo mejor los pobres no gozaban de esa posibilidad. Jesús rompe con esta lógica entrando en la sinagoga con enseñanza revolucionaria, demostrando que le importa la vida de todas las personas. Pidamos por los líderes y liderezas para que no se olviden de los más necesitados.
“Fue seguramente José quien se preocupó no solo de enseñarle un oficio a Jesús, sino de integrarlo en la vida de adulto fiel a la Alianza con Dios” (J. Pagola).