Primera lectura: Hch 4,32-37:
Todos pensaban y sentían lo mismo
Salmo: 93:
El Señor reina, vestido de majestad
Evangelio: Jn 3,7-15:
Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo
2ª Semana de Pascua San Lorenzo de Irlanda (1180)
8 El viento sopla hacia donde quiere: oyes su rumor, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así sucede con el que ha nacido del Espíritu.
9 Le respondió Nicodemo: ¿Cómo puede suceder esto?
10 Jesús le respondió: Tú eres maestro de Israel, ¿y no entiendes estas cosas?
11 Te lo aseguro: nosotros hablamos de lo que sabemos, y damos testimonio de lo que hemos visto, pero ustedes no aceptan nuestro testimonio.
12 Si no creen cuando les hablo de las cosas de la tierra, ¿cómo creerán cuando les hable de las cosas del cielo?
13 Nadie ha subido al cielo si no es el que bajó del cielo: el Hijo del Hombre.
14 Como Moisés en el desierto levantó la serpiente, así ha de ser levantado el Hijo del Hombre,
15 para que quien crea en él tenga vida eterna.
El proyecto de Jesús requiere que la comunidad cristiana se tome en serio el compromiso de ver, vivir y contemplar el mundo como espacio sagrado a cuidar y respetar. Hemos sido educados y formados por sociedades utilitaristas que se han dedicado a explotar la Creación, a conducirnos por la ley de la supervivencia y a descartar lo que usamos con voracidad consumista. Por eso la invitación que Jesús hace a Nicodemo –«hay que nacer de nuevo»– es un llamado de atención para los cristianos que viven una fe acomodada a sus intereses y circunstancias, que no se abren a las exigencias que supone el seguimiento de Jesús porque saben que afectarán su estilo de vida. Una nueva mentalidad y un modo más respetuoso de relacionarnos con el entorno es lo que necesitamos para desaprender y desprogramarnos de la espiral consumista. Que la libertad que proporciona el Espíritu nos permita madurar en la fe y que ella se refleje en las opciones cotidianas. ¿Qué cambios consideras necesarios realizar para ser una nueva persona?
“El paso de unas comunidades formadas por adeptos a comunidades marcadas por el contacto vital con Jesucristo significaría hoy un segundo nacimiento” (J. Pagola).
