Primera lectura: Hch 16,11-15:
El Señor le abrió el corazón
Salmo: 149:
El Señor ama a su pueblo
Evangelio: Jn 15,26–16,4a:
“El Espíritu dará testimonio de mí”
6ª Semana de Pascua Santo Domingo Savio (1857)
27 y ustedes también darán testimonio, porque han estado conmigo desde el principio.
16.1 Les he dicho todo esto para que no fallen.
2 Los expulsarán de la sinagoga. Incluso más; llegará un tiempo en que el que los mate pensará que está dando culto a Dios.
3 Y eso lo harán porque no conocen al Padre ni a mí.
4 Esto se lo digo para que, cuando llegue su momento, se acuerden de que ya se lo había dicho.
Cuando se vive habitado por el Espíritu Santo, se pierde el miedo y se disfruta de la libertad de los hijos e hijas de Dios. Por el contrario, quien prescinde de esa fuerza divina vive a expensas de sus instintos, del vaivén emocional, de apegos o adicciones. Una manera de evaluar en qué medida estamos dejando al Espíritu Santo actuar es identificar qué tanta apertura tenemos para los encuentros, la reconciliación, el compromiso cristiano. O si advertimos aislamiento, conflictos constantes o falta de comprensión, poca disponibilidad para servir o poca apertura. Entonces descubriremos que prevalece el espíritu humano débil y condicionado. Somos seres espirituales con capacidad para vencer las tentaciones y enfrentar el mal. Manifestemos el amor y echemos afuera el temor. Pidamos por las comunidades eclesiales, para que se dispongan a ser espacios de fortalecimiento de quienes llegan débiles buscando ayuda. Que todo bautizado encuentre la fuerza en la comunidad eclesial para no sucumbir a las tentaciones o al pecado y se comprometa con la transformación del mundo.
“Necesitamos captar bien el Espíritu que dirige e impulsa toda la vida de Jesús” (J.Pagola).