Primera lectura: Deut 4,1.5-9:
Pon por obra los mandatos de Dios
Salmo: 147:
“Glorifica al Señor, Jerusalén”
Evangelio: Mt 5,17-19:
Quien cumpla y enseñe será grande en el Reino
3ª Semana de Cuaresma María de la Providencia (1871)
18 Les aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, ni una «i» ni una coma de la ley dejará de realizarse.
19 Por tanto, quien quebrante el más mínimo de estos mandamientos y enseñe a otros a hacerlo será considerado el más pequeño en el Reino de los cielos. Pero quien lo cumpla y lo enseñe será considerado grande en el Reino de los cielos.
La dinámica que se genera en el espacio vital del Reino pasa por abrazar el espíritu de la ley, garantizando el cuidado de la vida y las relaciones de las personas con Dios, con el entorno y consigo mismas. Esto no excluye la denuncia profética a toda ley que atente contra la dignidad del hombre o de la mujer o haya sido creada para defender intereses de grupos particulares, perjudicando a las mayorías. Y como una vez reconoció San Oscar Romero en una de sus homilías: “Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla”. Jesús quiere dar sentido a la ley colocando en el centro a la persona, haciendo que la legislación sirva al crecimiento y desarrollo de la comunidad, a la convivencia armónica y pacífica; procurando que las leyes se cumplan no por miedo sino con la convicción de que son instrumento de justicia, verdad y vida. ¿Cómo hacer para que las leyes que aplicamos no nos conviertan en jueces sino en promotores de vida justa y digna?
“Lo decisivo para Jesu´s no es observar la ley, sino escuchar la llamada de Dios a entrar en su reino” (J. Pagola).