Primera lectura: 1Re 8,22-23.27-30:
“Escucha la súplica de tu pueblo, Israel”
Salmo: 84:
“¡Que deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!”
Evangelio: Mc 7,1-13:
Descuidan el mandato de Dios por la tradición
5a Semana Ordinario San Alfonso María Fusco (1910) San Pablo Miki y compañeros (1597)
2 Vieron que algunos de sus discípulos tomaban alimentos con manos impuras, es decir, sin lavárselas.
3 Es que los fariseos y los judíos, en general, no comen sin antes lavarse cuidadosamente las manos, observando la tradición de sus mayores;
4 y si vuelven del mercado, no comen si no se lavan totalmente; y observan otras muchas reglas tradicionales, como el lavado de copas, jarras y ollas y mesas–.
5 De modo que los fariseos y los letrados le preguntaron: ¿Por qué no siguen tus discípulos la tradición de los mayores, sino que comen con manos impuras?
6 Les respondió: Qué bien profetizó Isaías de la hipocresía de ustedes cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí;
7 el culto que me dan es inútil, ya que la doctrina que enseñan son preceptos humanos.
8 Descuidan el mandato de Dios y mantienen la tradición de los hombres.
9 Y añadió: Ustedes dejan de lado el mandato de Dios para mantener su propia tradición.
10 Pues Moisés dijo: Sustenta a tu padre y a tu madre, y también: Quien abandona a su padre o su madre debe ser condenado a muerte.
11 Ustedes, en cambio, dicen: Si uno comunica a su padre o su madre que la ayuda que debía darles es qorban –es decir, ofrenda sagrada–,
12 entonces les está permitido no ayudarlos.
13 Y así invalidan el precepto de Dios en nombre de su tradición. Y como ésas hacen muchas otras cosas.
Las palabras que recoge Jesús del profeta Isaías ?«su corazón está lejos de mí»? aluden a la actitud de los fariseos que priorizan el cumplimiento de sus tradiciones religiosas en lugar de practicar la justicia y la misericordia del Dios de sus antepasados. Lavarse las manos no solo era una norma higiénica; para los judíos simboliza un rito de purificación interior que les permite acercarse de manera adecuada a la fuente incontaminada de la VIDA. Sin embargo este rito, al igual que otros, se iba limitando a una práctica externa y se convertía en motivo de condena de los que eran considerados impuros. Se cuestionaba superficialmente la exterioridad de la relación con Dios y con el prójimo. La exigencia del cumplimiento de las prescripciones religiosas prevalecía sobre la práctica de la compasión y el perdón. Nuestra espiritualidad es auténtica sí y solo sí se centra en el amor y es el amor el criterio para revisar nuestra experiencia de Dios y nuestras relaciones familiares y comunitarias.
“Lo decisivo para Jesu´s no es observar la ley, sino escuchar la llamada de Dios a entrar en su reino” (J. Pagola).