Primera lectura: 2Re 5,1-15a:
Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado
Salmo: 42:
“Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿Cuándo veré el rostro de Dios?”
Evangelio: Lc 4,24-30:
Jesús no ha sido enviado únicamente a los judíos
3ª Semana de Cuaresma San Casimiro (1484) San Juan Antonio Farina (1888)
25 Ciertamente, les digo que había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo estuvo cerrado tres años y medio y hubo una gran carestía en todo el país.
26 A ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta en Sidonia.
27 Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno fue sanado, sino Naamán el sirio.
28 Al oírlo, todos en la sinagoga se indignaron.
29 Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, con intención de despeñarlo.
30 Pero él, abriéndose paso entre ellos, se alejó.
El rechazo hacia Jesús y al proyecto del Reino será una constante, porque no todos consideran que las cosas deban cambiar radicalmente o que sea él la persona indicada para hacerlo; deja constancia de ello la actitud de rechazo por parte de los paisanos de Jesús que intentan eliminarlo. La Buena Noticia, o es aceptada o provoca rechazo, lo que permite a Jesús evidenciar la libertad o la madurez con la que deben actuar los evangelizadores. Si bien habrá rechazo u oposición a la verdad, también se encontrará a personas receptivas y decididas a emprender el camino de vida alternativo que ofrece el seguimiento de Jesús. Mientras haya un pueblo que no despierte seguiremos asistiendo a los nuevos colonialismos y esclavitudes modernas. El mensaje liberador de Jesús continuará pareciendo una palabra incómoda o poco creíble porque no se puede vivir de otra manera que no sea la que propone el sistema-mundo en el que vivimos. Nuestras comunidades eclesiales han de ser lugares privilegiados donde resuene el mensaje profético de Jesús.
“Es difícil que alguien que se decide a actuar escuchando fielmente a Dios sea bien aceptado en un pueblo que vive de espaldas a él” (J. Pagola).