Primera lectura: Hch 14,19-28:
Contaron lo que Dios había hecho
Salmo: 145:
“Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu Reino”
Evangelio: Jn 14,27-31a:
“Mi paz les doy”
5ª Semana de Pascua San José Benito Cottolengo (1842) San Pio V (1572)
28 Oyeron que les dije que me voy y volveré a visitarlos. Si me amaran, se alegrarían de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo.
29 Les he dicho esto ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean.
30 Ya no hablaré mucho con ustedes, porque está llegando el príncipe del mundo. No tiene poder sobre mí,
31 pero el mundo tiene que saber que yo amo al Padre y hago lo que el Padre me encargó. ¡Levántense! Vámonos de aquí.
A lo largo de la historia, hemos conocido a personas amantes de la paz. Sin embargo, nunca se ha podido lograr en el mundo este anhelado sueño pues todos los días en algún lugar del planeta se desata un conflicto o un hecho violento. Jesús le recuerda a la comunidad discipular que han de ser portadores de paz, pero no de esa que evade el conflicto o se vuelve indiferente al sufrimiento. La verdadera paz tiene que ver con reconciliación, reparación y dignificación; la paz de Dios va unida al cuidado de la vida humana y de toda criatura. Además, les recuerda de la existencia del mal para que, en comunidad, se sepa lidiar con él en lugar de dejarse vencer o amedrentar. También hoy la paz que trae Jesús está amenazada. La pregunta es: ¿Qué tan preparados estamos para los momentos de prueba? ¿De qué manera estamos siendo portadores de paz al estilo de Jesús? Pidamos por las futuras generaciones y su compromiso con la paz.
“Hemos de introducir en el mundo la confianza. Necesitamos profetas del reino. Colaboradores en el proyecto del Padre, seguidores fieles de Jesús” (J. Pagola).