Primera lectura: Hch 3,1-10:
En nombre de Jesucristo, camina
Salmo: 105:
Que se alegren los que buscan al Señor
Evangelio: Lc 24,13-35:
Lo reconocieron al partir el pan
En Octava de Pascua San Juan de Brito (1693)
14 En el camino conversaban sobre todo lo sucedido.
15 Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos.
16 Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo…
28 Se acercaban al pueblo adonde se dirigían, y él hizo ademán de seguir adelante.
29 Pero ellos le insistieron: Quédate con nosotros, que se hace tarde y el día se acaba. Entró para quedarse con ellos;
30 y, mientras estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio.
31 Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.
32 Se dijeron uno al otro: ¿No sentíamos arder nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba la Escritura?
33 Se levantaron al instante, volvieron a Jerusalén y encontraron a los Once con los demás compañeros,
34 que afirmaban: Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.
35 Ellos por su parte contaron lo que les había sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Este tiempo pascual es oportuno para reafirmar que Cristo vive y que la misión de quienes profesan la fe cristiana es anunciar esta “buena noticia” con pasión y valentía, dando testimonio con acciones y palabras. Las lecturas de hoy nos recuerdan el modo de proceder de Jesús para acercarnos a la fe pascual. Los discípulos de Emaús sienten haber perdido la esperanza, pero en el camino experimentan la cercanía de alguien que se interesa por ellos; se desahogan y son escuchados por aquel desconocido; son reconfortados por una “palabra” que les permite comprender que, en un mundo lleno de maldad, también el Dios justo se hace sentir y continúa haciendo el bien. Ahora quieren permanecer en el encanto de esa “Palabra” que les ha dado consuelo y fortaleza; en la mesa de la fraternidad compartida se renuevan sus fuerzas y comprenden la misión que les espera. Es importante preguntarnos qué nos falta para ir y anunciar con hechos y palabras que a nosotros también se nos ha aparecido el Resucitado.
“Entre nosotros falta unión mística con Cristo. Faltan seguidores de Jesús, faltan testigos del Resucitado” (J. Pagola).