Primera lectura: 2Cor 4,7-15:
Llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús
Salmo: 67:
“Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben”
Evangelio: Mt 20,20-28:
“Mi cáliz lo beberán”
16ª Semana Ordinario Santiago el mayor, apóstol (s. I)
21 Él le preguntó: ¿Qué deseas? Ella contestó: Manda que, cuando reines, estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda.
22 Jesús le contestó: No saben lo que piden. ¿Son capaces de beber la copa que yo he de beber? Ellos contestan: Podemos.
23 Jesús les dijo: Mi copa la beberán, pero sentarse a mi derecha e izquierda no me toca a mí concederlo; esos lugares son para quienes se los ha destinado mi Padre.
24 Cuando los otros diez lo oyeron, se enojaron con los dos hermanos.
25 Pero Jesús los llamó y les dijo: Saben que entre los paganos los gobernantes tienen sometidos a sus súbditos y los poderosos imponen su autoridad.
26 No será así entre ustedes; más bien, quien entre ustedes quiera llegar a ser grande que se haga servidor de los demás;
27 y quien quiera ser el primero, que se haga sirviente de los demás.
28 Lo mismo que el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.
Hay un abismo entre el sentir y el pensar de Jesús y de los que lo acompañan en esta última etapa de su caminar por este mundo respecto de entregar la vida. Diríamos que ellos llevan una melodía muy distinta en sus corazones. Jesús lleva la melodía de dar la vida por el reinado de Dios, su Padre, y los discípulos, todavía aprendices de la asignatura del Reino, alimentan la melodía del éxito y del poder. Resulta casi imposible reconciliar esas dos visiones. Los discípulos, y en especial la madre de los Zebedeos, piensan en triunfos humanos. Hay un contraste total en lo que se refiere al Reino en el cual Jesús se piensa servidor y el espíritu de competencia entre sus acompañantes. «No saben lo que piden», les dirá Jesús. Y les invitará a beber el cáliz de su Pasión. La indignación y la envidia entre ellos es evidente. No es tiempo de premios ni de poder político. Es tiempo de p}Pasión por el Reino de vida. Una gran enseñanza para el momento actual de la Iglesia, siempre necesitada de reforma.
“Jesús nos invita a que nos abramos al amor gratuito y desinteresado hacia los que sufren. Siempre son camino hacia la verdadera felicidad” (J. Pagola).