Primera lectura: Is 26,7-9.12.16-19:
Despertarán jubilosos
Salmo: 102:
El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra
Evangelio: Mt 11,28-30:
“Soy manso y humilde de corazón”
15ª Semana Ordinario San Simón de Lipnica Santa Sinforosa e hijos (s. II)
29 Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida.
30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.
Jesús es el rostro humano de Dios. Su encarnación es la historia de un judío marginal. Nació en las afueras de Belén y tuvo que huir a Egipto. Creció en Galilea, lejos de su tierra natal, como un inmigrante.. Sus conciudadanos lo rechazaron (Lc 4,28) y así, ‘excomulgado’, murió en las periferias como un maldito y descendió al infierno de los sufrientes. Es el mismo que pasó por el mundo haciendo el bien, curando las dolencias de la gente. Es el Dios compasivo manifestado en la historia. Fundó un movimiento que tendría como principal misión humanizar el mundo. En la comunión de este movimiento, trazó una ley nueva, un yugo llevadero. Afirmó que son dichosos los mansos y que estos heredarán la tierra (Mt 5,4). Apareció revestido de esclavo (Flp 2,7). Puso en marcha y encarnó la revolución de la ternura, la nueva ley que deja atrás las 613 prescripciones religiosas de su tiempo. Lo hizo porque nos vio «extenuados como ovejas sin pastor» (Mt9,35) invitándonos a dejar toda violencia y arrogancia. La suya fue la propuesta de la mayor compasión y del mayor amor.
“Jesús libera de miedos generados por la religión; hace crecer la libertad, no la servidumbre; atrae hacia la misericordia de Dios, no hacia la ley; despierta el amor, no el resentimiento” (J. Pagola).