Primera lectura: Is 58,9b-14:
Cuando partas tu pan con el hambriento, brillará tu luz en las tinieblas
Salmo: 86:
“Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad”
Evangelio: Lc 5,27-32:
“No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”
Sábado después de Ceniza Santos Servitas (1310)
28 Dejándolo todo, se levantó y le siguió.
29 Leví le ofreció un gran banquete en su casa. Había un gran número de recaudadores de impuestos y otras personas sentadas a la mesa con ellos.
30 Los fariseos y letrados murmuraban y preguntaban a los discípulos: ¿Cómo es que comen y beben con recaudadores de impuestos y pecadores?
31 Jesús les replicó: No tienen necesidad del médico los que tienen buena salud, sino los enfermos.
32 No vine a llamar a justos, sino a pecadores para que se arrepientan.
La Cuaresma es un camino de conversión-transformación que nos permite practicar la justicia en nuestra vida. Aquella justicia que, desde Dios, no busca señalar, criticar o condenar sino redimir o rehabilitar. La llamada de Leví pueda que nos sorprenda descubriendo que su trabajo servil al imperio hundía en la miseria a muchas personas. En el ámbito del Reino será llamado a la restitución y no a la defraudación. La comunidad eclesial como espacio de convocación invita a cada persona a no manejarse por criterios egoístas sino a manifestar su verdadera identidad de hijos e hijas del Dios misericordioso. No hay motivos para excluir a nadie; sólo razones para acoger y compartir el amor que sana y dignifica. En nuestros pueblos y ciudades, Jesús quiere hacerse presente a través de sus misioneros y misioneras abriendo espacios en los que lo más importante sea el compartir la mesa de la Palabra y de la Fraternidad. ¿Qué le falta a tu comunidad eclesial para ser menos legalista y más acogedora?
“La justicia del rey no consiste en ser imparcial con todos, sino en hacer justicia a favor de los que son oprimidos injustamente” (J. Pagola).