Primera lectura: Jer 11,18-20:
“Yo, como cordero manso, seré llevado al matadero”
Salmo: 7:
“Señor, Dios mío, a ti me acojo”
Evangelio: Jn 7,40-53:
¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?
4ª Semana de Cuaresma San José G. del Rosario Brochero (1914)
41 Otros decían: Éste es el Mesías. Otros preguntaban: ¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea?
43 La gente estaba dividida a causa de él.
44 Algunos intentaban arrestarlo, pero nadie se atrevió a hacerlo.
45 Cuando los guardias volvieron, los sumos sacerdotes y los fariseos les preguntaron: ¿Por qué no lo han traído?
46 Ellos contestaron: Jamás hombre alguno habló como habla este hombre.
47 Replicaron los fariseos: ¿También ustedes se han dejado engañar?
48 ¿Quién de los jefes o de los fariseos ha creído en él?
49 Sólo esa maldita gente, que no conoce la ley.
50 Nicodemo, uno de ellos, que había acudido a Jesús en otra ocasión, les dijo:
51 ¿Acaso nuestra ley condena a alguien sin haberlo escuchado antes para saber lo que hizo?
52 Le contestaron: ¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.
53 Y cada uno se marchó por su lado.
Nuestra condición humana nos lleva en ocasiones a juzgar a los demás con cierta imprudencia o prejuicios. Particularmente la vida de nuestras comunidades, sin darnos cuenta, llega a estar muchas veces inmersa en la crítica maliciosa, en el enredo de dimes y diretes que distorsionan y ahogan la verdad y nos hacen perder gradualmente la fe en todo lo bueno que se puede lograr si hay verdadera comunión… Esta situación es solo un reflejo de lo que nos cuesta percibir la presencia de Dios en muchas de nuestras acciones… De lo que nos cuesta ?más importante aún? creer que Dios se manifiesta en la humildad de nuestra carne, en nuestra vulnerabilidad humana. Los sacerdotes y fariseos se acostumbraron a ser vistos como diferentes y con la autoridad de juzgar quién merecía o no a Dios. Por eso se refieren a Jesús y a sus orígenes con desprecio. Nuestro comportamiento debe ser contrario al de quienes, sintiéndose elegidos, tratan con menosprecio a los que no son como ellos. Estamos llamados a generar espacios acogedores donde se fomente el trato igualitario, fraterno y digno para todos.
“El amor a Dios hace imposible vivir encerrado en uno mismo, indiferente al sufrimiento de los demás” (J. Pagola).