Primera lectura: Dt 30,15-20:
“Hoy te pongo delante bendición y maldición”
Salmo: 1:
“Dichoso el que ha puesto su confianza en el Señor”
Evangelio: Lc 9,22-25:
“El que pierda su vida por mi causa la salvará”
Jueves después de Ceniza San Claudio de Colombiere (1682)
23 Y a todos les decía: El que quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame.
24 El que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí la salvará.
25 ¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se malogra él?
La Cuaresma es el camino a la plenitud cristiana que nos invita a replantear nuestros estilos de vida. Quien sigue a Jesús sabe que debe pasar por la cruz como camino que salva del egoísmo y la maldad. El anuncio de la Pasión por parte de Jesús se hace inmediatamente después de que Pedro lo proclamara «Mesías de Dios». Quiere aclarar que ese mesianismo está en sintonía con el proyecto del Reino, en contraposición al poder y al dominio que conducía al pueblo al sometimiento. No se puede olvidar que el seguimiento a Jesús compromete toda la vida, es decir, la manera de relacionarse con Dios, con las personas y con el resto de la Creación. Recibimos la invitación a participar en la construcción de un mundo más justo. Todo discípulo de Jesús debe cuidarse no del tener sino del acumular, no de su autoridad sino del abuso de poder y no del disfrutar sino del placer desordenado. Si hacemos esto, actualizamos en la propia vida la Pasión, muerte y Resurrección del Señor.
“Si su reinado es acogido, todo cambiara´ para bien de los u´ltimos. Esta es la fe de Jesu´s, su pasio´n y su lucha” (J. Pagola).
