Primera lectura: Hch 1,15-17.20-26:
Le tocó a Matías y lo asociaron a los once apóstoles
Salmo: 113:
El Señor lo sentará con los príncipes de su pueblo
Evangelio: Jn 15,9-17
“No me eligieron ustedes a mí; yo los elegí a ustedes”
7ª Semana de Pascua San Matías, apóstol (s. I)
10 Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor; lo mismo que yo he cumplido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
11 Les he dicho esto para que participen de mi alegría y sean plenamente felices.
12 Éste es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado.
13 Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por los amigos.
14 Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando.
15 Ya no los llamo sirvientes, porque el sirviente no sabe lo que hace su señor. A ustedes los he llamado amigos porque les he dado a conocer todo lo que escuché a mi Padre.
16 No me eligieron ustedes a mí; yo los elegí a ustedes y los destiné para que vayan y den fruto, un fruto que permanezca; así, lo que pidan al Padre en mi nombre él se lo concederá.
17 Esto es lo que les mando, que se amen unos a otros.
El amor es para el cristiano opción en libertad y mandamiento a la vez. Libremente decidimos amar y libremente nos compromete a la entrega de la vida. Quien ama vive a contracorriente del mundo que pregona el éxito y la felicidad de manera individual, material y superficial. La invitación de Jesús en el Evangelio al amor es contundente porque de lo contrario se vivirá a expensas del impulso y del instinto egoísta. La reciprocidad es hacia el amor que Jesús nos ha manifestado para que hagamos posible el amor en comunidad. En esta perspectiva, el amor eficaz de quien da la vida por los amigos proviene de Dios. “Nadie da lo que no tiene”, se dice popularmente. Y es que solo quien ha experimentado el amor incondicional y gratuito será capaz de prodigarlo. Y no ama de verdad quien está esperando recompensa o reconocimiento por su noble actitud. La invitaión es a gastar la vida como Jesús hasta el extremo, buscando la transformación de las relaciones humanas entre sí y con el entorno.
“En el camino cristiano hay etapas: las personas pueden vivir momentos y situaciones diferentes. Lo importante es caminar, no detenerse” (J. Pagola).