Primera lectura: Hch 19,1-8:
¿Recibieron el Espíritu Santo?
Salmo: 68:
Reyes de la tierra, canten al Señor
Evangelio: Jn 16,29-33:
“Yo he vencido al mundo”
7ª Semana de Pascua Nuestra Señora de Fatima
30 Ahora sabemos que lo sabes todo y que no hace falta que nadie te pregunte; por eso creemos que vienes de Dios.
31 Jesús les contestó: ¿Ahora creen?
32 Miren, llega la hora, ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo. Pero yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
33 Les he dicho esto para que gracias a mí tengan paz. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo.
Los intereses del mundo se distancian de los de Dios, sobre todo cuando las construcciones humanas giran en torno a la codicia traducida en acumulación, explotación y exclusión. En el evangelio se muestra que la comprensión del plan de Dios no depende tanto de la claridad de la Palabra de Jesús sino de la luz que cada creyente permite que entre a su corazón. Ya de sobra sabemos que el camino de seguimiento no es fácil pues está lleno de pruebas, rechazos, señalamientos y persecuciones; no todos resisten, algunos lo abandonan y hasta lo niegan. La invitación es a la perseverencia y a la fidelidad, no por mérito propio ni autosuficiencia, sino como fruto del Espíritu que habita en la experiencia comunitaria. La tentación mayor es a dispersarnos, a vernos como extraños o, incluso, como enemigos. Es necesaria la superación de todas las barreras ideológicas, políticas, sociales e, incluso, religiosas para hacer presente el reino de Dios entre nosotros. ¿Qué pide Jesús con mayor claridad e insistencia al cristianismo actual?
“Cargar con el peso del “antirreino” y tomar la cruz de cada día en comunión con Jesús y los crucificados de la tierra” (J. Pagola).