Primera lectura: Hch 5,34-42:
Aun perseguidos, no dejaban de anunciar el Evangelio de Jesús
Salmo: 27:
“Una cosa pido al Señor: habitar en su casa”
Evangelio: Jn 6,1-15:
Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron
2ª Semana de Pascua San José Moscati (1927) San Julio I (352)
2 Le seguía un gran gentío, porque veían las señales que hacía con los enfermos.
3 Jesús se retiró a un monte y allí se sentó con sus discípulos.
4 Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. 5Levantando la vista y viendo el gentío que acudía a él, Jesús dice a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para darles de comer?
6 –lo decía para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer–.
7 Felipe le contestó: Doscientas monedas de pan no bastarían para que a cada uno le tocase un pedazo.
8 Uno de los discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dice:
9 Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero, ¿qué es eso para tantos?
10 Jesús dijo: Hagan que la gente se siente. Había hierba abundante en el lugar. Se sentaron. Los hombres eran cinco mil.
11 Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados: dándoles todo lo que quisieron.
12 Cuando quedaron satisfechos, dice Jesús a los discípulos: Recojan las sobras para que no se desaproveche nada.
13 Las recogieron y, con los trozos de los cinco panes de cebada que habían sobrado a los comensales, llenaron doce canastas.
14 Cuando la gente vio la señal que había hecho, dijeron: Éste es el profeta que había de venir al mundo.
15 Jesús, conociendo que pensaban venir para llevárselo y proclamarlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo.
El tiempo de Pascua sigue siendo la oportunidad para fortalecer nuestro compromiso con la comunidad, no sólo eclesial sino vecinal y más allá. De ordinario nos interesamos y ocupamos de las personas cercanas o pertenecientes a nuestro círculo habitual de vida. En tiempo de crisis debería ser más fácil fomentar actitudes de diálogo y búsqueda de soluciones, pero la experiencia nos ha demostrado que no siempre es así. El evangelio de Juan expone a una multitud necesitada de cuidados físicos, emocionales y espirituales; seguramente gente empobrecida, enferma, endeudada, explotada y excluida. Y, también, evidencia el bloqueo de Felipe y Andrés, dos miembros de la comunidad discipular que no saben cómo cuidar de tanta gente. Hoy, en nuestros contextos nos encontramos con situaciones de hambre, pobreza, exclusión, falta de liderazgo o eliminación de los líderes y lideresas, lo que exige respuestas creativas. Sepamos reconocer que, cuando se comparte de corazón, siempre alcanza. ¡Atención! En la comunidad de Jesús no hay despilfarro sino cuidado y previsión. ¿Qué tienes para compartir-te?
“Con el Resucitado todo es posible: disipar las tinieblas, liberarse del miedo, abrir puertas y poner en marcha la evangelización del mundo” (J. Pagola).