Primera lectura: Hch 5,17-26:
Los hombres encarcelados están en el templo enseñando
Salmo: 34:
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
Evangelio: Jn 3,16-21:
Dios mandó a su Hijo para que el mundo se salve por él
2ª Semana de Pascua Santos mártires de San Juan de Dios (1936)
17 Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por medio de él.
18 El que cree en él no es juzgado; el que no cree ya está juzgado, por no creer en el Hijo único de Dios.
19 El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz. Y es que sus acciones eran malas.
20 Quien obra mal detesta la luz y no se acerca a la luz, para que no delate sus acciones.
21 En cambio el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz para que se vea claramente que todo lo hace de acuerdo con la voluntad de Dios.
La opción por Jesús y su proyecto tiene implicaciones vitales, pues no se trata solo de prácticas sueltas sino de asumir un estilo de cuidado integral de la vida. No es coherente la persona que participa de misa diaria, se confiesa con frecuencia y reza constantemente, pero asume comportamientos irresponsables con el cuidado del medio ambiente, maltrata su cuerpo con una mala alimentación, no tiene buenas relaciones con los más cercanos, se queja más de la cuenta y es poco agradecida. Hoy seguimos atendiendo al diálogo entre Jesús y Nicodemo. A este fariseo le cuesta mucho creer en la capacidad transformadora y novedosa de caminar por el sendero del Reino. Quien se acostumbra a las tinieblas del mundo no será capaz de ver otro modo o alternativa de vida. Por su parte, Jesús muestra con su presencia y opciones el giro que podemos realizar cuando nuestra vida esta regida por el amor y no por intereses egoístas. Tengamos fe en esas posibilidades siempre nuevas de reinventarnos y ser mejores seres humanos y mejores cristianos.
“El Padre ha resucitado a Jesús. Pero si nosotros no percibimos su presencia viva en medio de nosotros, nuestras comunidades cristianas vivirán apagadas y tristes” (J.Pagola).
