Primera lectura: Hch 2,14.22-23:
Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos
Salmo: 16:
“Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”
Evangelio: Mt 28,8-15:
“Digan a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”
En Octava de Pascua San Hugo (1132)
9 Jesús les salió al encuentro y les dijo: ¡Alégrense! Ellas se acercaron, se abrazaron a sus pies y se postraron ante él.
10 Jesús les dijo: No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, donde me verán.
12 Éstos se reunieron a deliberar con los ancianos y ofrecieron a los soldados una buena suma
13 encargándoles: Digan que, durante la noche, mientras ustedes dormían, llegaron los discípulos y robaron el cadáver.
14 Si llega la noticia a oídos del gobernador, nosotros lo tranquilizaremos para que no los castigue.
15 Ellos aceptaron el dinero y siguieron las instrucciones recibidas. Así se difundió ese cuento entre los judíos hasta el día de hoy.
En el evangelio se presentan dos miradas de la Resurrección. Por un lado, la experiencia del encuentro de Jesús resucitado con las mujeres, a quienes hará sus testigos ante la comunidad. Y por otro la experiencia de los soldados al servicio del imperio romano que, confabulados con los sumos sacerdotes, mienten a cambio de dinero. Dos posturas frente a un mismo acontecimiento. La Resurrección como acontecimiento es parte de la fe y puede considerarse un hecho transformador o se puede llegar a negar con actitudes pesimistas o derrotistas. Como los soldados romanos también nosotros podemos negar la Resurrección cuando nos resistimos a generar cambios. Para muchas personas la vida no es un tesoro sagrado a respetar, es un número, un objeto, un producto, principalmente cuando prevalecen intereses egoístas. Dejar que Jesús resucitado participe de nuestra vida de fe nos permite asumir con valentía y confianza las adversidades. No te olvides de cultivar una mirada apreciativa o benévola de la realidad para no dejarte vencer por el mal que parece reinar en el mundo.
“Creer en el resucitado es creer que Jesús se hace presente en medio de los creyentes” (J. Pagola).