Primera lectura: Gén 37,3-4.12-13a.17b-28:
«Ahí viene el de los sueños, vamos a matarlo»
Salmo: 105:
«Recordarán ustedes las maravillas que hizo el Señor»
Evangelio: Mt 21,33-43.45-46:
Éste es el heredero: ¡vengan, matémoslo!
2ª Semana de Cuaresma San Nicolás de Flüe (1497)
34 Cuando llegó el tiempo de la cosecha, mandó a sus sirvientes para recoger de los viñadores el fruto que le correspondía.
35 Pero los viñadores agarraron a los sirvientes y a uno lo golpearon, a otro lo mataron, y al tercero lo apedrearon.
36 Envió otros sirvientes, más numerosos que los primeros, y los trataron de igual modo.
37 Finalmente les envió a su hijo, pensando que respetarían a su hijo.
38 Pero los viñadores, al ver al hijo, comentaron: Es el heredero. Lo matamos y nos quedamos con la herencia.
39 Agarrándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.
40 Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿cómo tratará a aquellos viñadores?
41 Le respondieron: Acabará con aquellos malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen su fruto a su debido tiempo.
42 Jesús les dijo: ¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular; es el Señor quien lo ha hecho y nos parece un milagro?
43 Por eso les digo que a ustedes les quitarán el Reino de Dios y se lo darán a un pueblo que produzca sus frutos.
45 Cuando los sumos sacerdotes y los fariseos oyeron sus parábolas, comprendieron que se refería a ellos.
46 Intentaron arrestarlo, pero tuvieron miedo de la multitud, que lo tenía por profeta.
El estamento sacerdotal en tiempo de Jesús se dividía en grupos. Los hay que son pobres y rectos en su proceder, pero también los de la aristocracia que se enriquecen a costa de las ofrendas, sacrificios y tributos del Templo. Los ancianos o sanedrín, una especie de consejo de carácter religioso, pero con funciones judiciales y penales. La parábola de los viñadores asesinos coloca en evidencia como el Señor suscitó profetas que invitaron a la conversión, individual y colectiva. El autor del tercer evangelio denuncia cómo estas autoridades desconocieron la procedencia de Jesús. Encerrándose en sus normas, tradiciones y costumbres religiosas, eliminan al propio Hijo de Dios. Jesús exhorta a toda comunidad religiosa a no olvidar el testimonio, para no quedar por fuera del proyecto del Reino. La invitación a gentiles y pecadores nos recuerda la apertura que debe existir en la Iglesia.
“Lo que está en juego es el rostro que queremos darnos como sociedad y el valor de cada vida” (Papa Francisco).