Primera lectura: Ex 14,15-15,1:
Pasaron por el mar a pie, sin mojarse
Salmo: 117:
«Aleluya, aleluya, aleluya»
Segunda lectura: Rom 6,3-11:
Cristo ya no muere más
Evangelio: Mc 16,1-7:
Jesús Nazareno, el crucificado, ha resucitado
Sábado Santo Vigia Pascual
2 El primer día de la semana, muy temprano, cuando amanecía, llegaron al sepulcro.
3 Se decían: ¿Quién nos moverá la piedra de la entrada del sepulcro?
4 Alzaron la vista y observaron que la piedra estaba movida. Era muy grande.
5 Al entrar al sepulcro, vieron un joven vestido con un hábito blanco, sentado a la derecha; y quedaron sorprendidas.
6 Les dijo: No tengan miedo. Ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado. No está aquí, ha resucitado. Miren el lugar donde lo habían puesto.
7 Vayan ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de ellos a Galilea. Allí lo verán, como les había dicho.
Luego del silencio que envuelve este día, a la caída del sol, nos convocamos para cantarle a la vida. Nuestro homenaje más solemne a la vida crucificada-resucitada. ¡Esta es la noche en que Cristo ha vencido la muerte y del infierno retorna victorioso! ¡Florece la vida y renace nuestra esperanza! En vigilante espera celebramos la resiliencia humana. La Palabra es memoria viva de la historia de salvación. Dios creador de la vida, comprometido en amor permanente, liberador de su pueblo, continúa conduciendo la historia humana entre peligros que amenazan con extinguir su presencia, pero no deja de iluminar las tinieblas. Las profecías colmadas de esperanza se han hecho realidad en Cristo resucitado de la muerte. Sumergidos en la corriente pascual también corremos la misma suerte. Tenemos la oportunidad de regenerarnos y renacer a nuevas oportunidades, a una nueva vida. La naturaleza, reflejo de su creador, nos enseña que a pesar de las sequías o tormentas es posible florecer. ¡Cantemos con alegría a la vida resucitada!
“Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo las sendas del diálogo y no levantando nuevos muros” (FT 284).