Primera lectura: Is 1,10.16-20:
Aprendan a obrar bien, busquen el derecho
Salmo: 50:
«Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios»
Evangelio: Mt 23,1-12:
No hacen lo que dicen
2ª Semana de Cuaresma San Cirilo de Jerusalén (387)
2 dijo: En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos.
3 Ustedes hagan y cumplan lo que ellos digan, pero no los imiten; porque dicen y no hacen.
4 Atan fardos pesados, difíciles de llevar, y se los cargan en la espalda a la gente, mientras ellos se niegan a moverlos con el dedo.
5 Todo lo hacen para exhibirse ante la gente: llevan cintas anchas y flecos llamativos en sus mantos.
6 Les gusta ocupar los primeros puestos en las comidas y los primeros asientos en las sinagogas;
7 que los salude la gente por la calle y los llamen maestros.
8 Ustedes no se hagan llamar maestros, porque uno solo es su maestro, mientras que todos ustedes son hermanos.
9 En la tierra a nadie llamen padre, pues uno solo es su Padre, el del cielo.
10 Ni se llamen jefes, porque sólo tienen un jefe que es el Mesías.
11 El mayor de ustedes que se haga servidor de los demás.
12 Quien se alaba será humillado, quien se humilla será alabado.
Las palabras de Jesús tienen un destinatario propio: los escribas y fariseos. Son varios los aspectos a señalar: en primer lugar, se han apropiado del mensaje profético de Moisés con el agravante de tergiversarlo y manipularlo. En segundo lugar, Jesús indica que sus enseñanzas son correctas, pero no está respaldadas por el testimonio. El asunto aquí, es la incoherencia. En tercer lugar, oprimen al pueblo. Les imponen cargas imposibles de llevar y los alienan mentalmente. En cuarto lugar, les importa el prestigio y la fama. No hay autenticidad y gratuidad en su vida religiosa. Se denuncia una doble moral. Lo más grave es que utilizan lo religioso para sacar provecho y olvidarse de la relación con Dios. Jesús anhela que sus seguidores y seguidoras no cultiven las actitudes y comportamientos de esos grupos o de ese tipo de religión. Una invitación para vivir la coherencia y la transparencia en el seguimiento de Jesús. Que nuestra vida de fe no sea para buscar privilegios sino para ser auténticos testigos.
“El amor, el que reconcilia y salva, empieza por una escucha activa” (Papa Francisco).