Primera lectura: Dn 9,4b-10:
Nosotros hemos pecado, hemos cometido iniquidad
Salmo: 79:
«Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados»
Evangelio: Lc 6,36-38:
«Perdonen y serán perdonados»
2ª Semana de Cuaresma San Patricio (461)
37 No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados.
38 Den y se les dará: recibirán una medida generosa, apretada, sacudida y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan serán medidos.
El pasaje del evangelio de Lucas revela la imagen y la experiencia del Dios de Jesús. Es la de un Padre compasivo. La compasión, es decir, sentir como propio el dolor y el sufrimiento de una persona. La situación de precariedad o de sufrimiento de la otra persona no pasa inadvertida, afecta las dimensiones más profundas del ser humano. Pero en este caso, se refiere también a la compasión de Dios. La compasión se contrapone al juicio y a la condena, que puede ser murmuración, descalificación, calumnia, injuria, crítica despiadada. Es decir, todo lo que daña a la otra persona. También hay una invitación de Jesús a la generosidad. Ser compasivo y generoso son atributos de Dios. Y estos atributos también pueden y deben ser asumidos por los creyentes. En los ambientes comunitarios, sociales e incluso familiares, es posible que se dé con fuerza el señalamiento de las personas por una falta o equivocación. Jesús llama a la comprensión y a la solidaridad como caminos para superar los conflictos y las divisiones.
“Es necesario conocer y padecer para comprender el sufrimiento ajeno” (Papa Francisco).