29a Semana Ordinario
San Juan Pablo II (2005)
Rom 6,12-18: Ofrézcanse a Dios
Sal 124: «El Señor es nuestra ayuda»
Lc 12,39-48: Al que se le dio mucho, se le exigirá mucho
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Entiendan bien esto: si el dueño de casa supiera a qué hora iba a llegar el ladrón, no le dejaría abrir un boquete en su casa.
40 Ustedes también estén preparados, porque cuando menos lo piensen llegará el Hijo del Hombre.
41 Pedro le preguntó: Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?
42 El Señor contestó: ¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su personal, para que les reparta las raciones de comida a su tiempo?
43 Dichoso aquel sirviente a quien su señor, al llegar, lo encuentre actuando así.
44 Les aseguro que le encomendará administrar todos sus bienes.
45 Pero si aquel sirviente, pensando que su señor tarda en llegar, se pone a pegar a los muchachos y muchachas, a comer y beber y emborracharse,
46 llegará el señor de aquel sirviente el día y la hora menos esperados, lo castigará y lo tratará como a los traidores.
47 Aquel sirviente que, conociendo la voluntad de su señor, no prepara las cosas ni cumple lo mandado, recibirá un castigo severo;
48 pero aquel que, sin saberlo, cometa acciones dignas de castigo, será castigado con menos severidad. A quien mucho se le dio mucho se le pedirá; a quien mucho se le confió mucho más se le exigirá.
Comentario
Continúan las enseñanzas en la ruta a Jerusalén: hay que vivir preparados para nuestro encuentro definitivo con el Señor. La parábola insta a los administradores de la comunidad cristiana a comportarse responsablemente, con estricto apego a la encomienda recibida; el administrador nunca deberá abusar de sus subordinados, de lo contrario recibirá “un severo castigo”. La amenaza del amo lejos de paralizar al administrador, le invita a la fidelidad, honrando la voluntad de su señor que confía en él; esto le garantizará el voto de confianza y la bendición. Uno de los retos más complejos de cada individuo es convencerse de los talentos, cualidades o dones que posee. Tan malo es sobreestimarnos como minusvalorarnos. No basta la introspección y examinarnos en conciencia. Debemos, además, tener amigos genuinos a los que podamos escuchar, guías experimentados y competentes a quienes podamos consultar, compañeros de camino que nos hagan poner los pies en la tierra y ayudarnos en el discernimiento. Caminemos en comunión, con la esperanza de un mejor mañana, sin permitir abusos ni opresiones.
“Necesitamos una conversión a la lógica del Reino que puede hacer fecundas también las derrotas y los fallos” (Sínodo de la Sinodalidad, I Sesión, octubre 2023).
