Primera lectura: 1Jn 4,7-10:
Dios es amor
Salmo: 72:
«Que todos los pueblos te sirvan, Señor»
Evangelio: Mc 6,34-44:
Jesús se revela como profeta en la multiplicación de los panes
Después de Epifanía San Raimundo de Peñafort (1275)
35 Como se hacía tarde, los discípulos fueron a decirle: El lugar es despoblado y ya es muy tarde;
36 despídelos para que vayan a los campos y a los pueblos vecinos a comprar algo para comer.
37 Él les respondió: Denle ustedes de comer. Ellos respondieron: Tendríamos que comprar pan por doscientos denarios para darles de comer.
38 Les contestó: ¿Cuántos panes tienen? Vayan a ver. Lo averiguaron y le dijeron: Cinco panes y dos pescados.
39 Ordenó que los hicieran recostarse en grupos sobre la hierba verde.
40 Se sentaron en grupos de cien y de cincuenta.
41 Tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, bendijo los panes y los partió y se los fue dando a los discípulos para que los sirvieran; y repartió los pescados entre todos.
42 Comieron todos y quedaron satisfechos.
44 Los que comieron los panes eran cinco mil hombres.
Jesús sintió compasión al contemplar a la multitud que lo seguía. Reconoció en ella no sólo su necesidad material porque también experimentó su desamparo y vulnerabilidad. La compasión entrañable de Jesús, no se redujo a “tener lástima”, sino a la búsqueda de soluciones concretas. Para la comunidad discipular la opción era desentenderse, pero ese no es el camino para construir el Reino de Dios. La invitación de Jesús: “Denle ustedes de comer”, se transforma en un imperativo que no admite demora, un llamado a la acción solidaria que como agentes de cambio debemos asumir, suscitando el compartir, incluso cuando parece insuficiente. La multiplicación de los panes y pescados muestra cómo la generosidad supera la escasez, llegando a satisfacer las necesidades de muchos. Si actuamos con compasión entrañable podremos ser testigos de la providencia de Dios. Se alimenta no solo el cuerpo, sino la vida de la comunidad y las relaciones humanas. Las doce canastas sobrantes simbolizan la abundancia que brota cada vez que compartimos aquello que somos y tenemos.
“Gran milagro. Todos comieron y todavía sobraba. Cuando se reparte, siempre alcanza y sobra.” (C. Mester-M. Lopes)