Primera lectura: 2Cor 11,18.21b-30:
«Todos ustedes me preocupan»
Salmo: 34:
El Señor libra a los justos de todas sus angustias
Evangelio: Mt 6,19-23:
Donde está tu tesoro, está tu corazón
11ª Semana Ordinario San Silverio (537)
20 Acumulen tesoros en el cielo, donde no roe la polilla ni destruye la herrumbre, donde los ladrones no abren brechas ni roban.
21 Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.
22 La lámpara del cuerpo es el ojo: por tanto, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará lleno de luz;
23 pero si tu ojo está enfermo, todo tu cuerpo estará lleno de oscuridad. Y si tu fuente de luz está a oscuras, ¡cuánta oscuridad habrá!
Jesús nos previene de aferrarnos a tesoros que se desvanecen. Mirar más allá del brillo efímero de la acumulación terrenal y no desviar nuestro corazón de lo que realmente importa. Como cristianos somos llamados a vivir de valores que nos humanicen, despojándonos de apegos materiales, especialmente de la obsesión por la riqueza. Frente al consumismo y la posesión desmedida, la enseñanza de Jesús cobra relevancia, invitándonos a invertir en experiencias humanas basadas en el amor: unidad familiar, amistad sincera, respeto, solidaridad. La luz divina ilumina nuestro horizonte vital, haciéndonos percibir lo auténtico de lo falso. ¿Hemos sacrificado tesoros invaluables en busca de posesiones efímeras? Jesús desafía nuestra relación con el dinero y nos insta a una conversión radical: liberarnos de la obsesión por lo material, comprendiendo que la vida no está sólo en el confort. La salud integral prevalece y la libertad reemplaza la esclavitud al dinero. Aprendamos a descubrir que lo material es un bien cuando se comparte y un peligro cuando se acumula y acapara.
“¡Qué bonito sería que volviéramos a descubrir las necesidades del hermano o de la hermana en órbita alrededor de mí!” (FT 31).