Primera lectura: Gén 15,1-2.17-18:
Abrahán creyó en el Señor
Salmo: 105:
«El Señor se acuerda de su Alianza eternamente»
Evangelio: Mt 7,15-20:
«Por sus frutos los conocerán»
12ª Semana Ordinario San Guillermo (1142)
15 Cuídense de los falsos profetas que se acercan disfrazados de ovejas y por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los reconocerán. ¿Se cosechan uvas de los espinos o higos de los cardos?
17 Un árbol sano da frutos buenos, un árbol enfermo da frutos malos.
18 Un árbol sano no puede dar frutos malos ni un árbol enfermo puede dar frutos buenos.
19 El árbol que no dé frutos buenos será cortado y echado al fuego.
20 Así pues, por sus frutos los reconocerán.
El evangelio que reflexionamos hoy insiste en la importancia de los frutos de la fe en el seguimiento de Jesús, pues con ellos nos reconocerán como sus verdaderos discípulos. Esto quiere decir que como cristianos no podemos quedarnos meramente en un discurso estructurado y bien elaborado sobre la fe, ni quedarnos en buenos deseos e intenciones con respecto a la vida y las necesidades de la sociedad, especialmente de aquellos que sufren la violencia, el desplazamiento y la pobreza. Creer en Jesús, escuchar e interiorizar su palabra nos debe llevar a constituir un estilo de vida que nos proyecta necesariamente al cuidado de los más débiles de la comunidad, a optar fielmente por la justicia y el amor que nos viene de Dios. Tendríamos que preguntarnos hoy si la fe que decimos profesar realmente nos compromete con las diferentes situaciones que viven nuestros países, o si más bien vivimos una experiencia de fe que complace nuestros intereses, sorderas y comodidades, distanciándonos de todo tipo de acción que dignifique la vida de la creación.
“La gratuidad. Es la capacidad de hacer algunas cosas porque sí, porque son buenas en sí mismas, sin esperar ningún resultado exitoso, sin esperar inmediatamente algo a cambio” (FT 139).