Primera lectura: 2Cor 1,18-22:
Jesús no fue primero ‘sí’ y luego ‘no’
Salmo: 119:
«Que brille tu rostro sobre tu siervo, Señor»
Evangelio: Mt 5,13-16:
«Ustedes son sal de la tierra y luz del mundo»
10a Semana Ordinario San Juan Dominici (1420)
14 Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad construida sobre un monte.
15 No se enciende una lámpara para meterla en un cajón, sino que se pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa.
16 Brille igualmente la luz de ustedes ante los hombres, de modo que, cuando ellos vean sus buenas obras, glorifiquen al Padre de ustedes que está en el cielo.
La gracia bautismal nos ayuda a iluminar hasta los momentos más oscuros de la vida. Aunque las adversidades puedan despertar en nosotros miedos naturales, es donde nuestra fe cobra su sentido más profundo. En medio de la confusión y el caos, estamos llamados a no ocultarnos, sino a manifestar la bondad de Dios con nuestras acciones. En el camino de la vida encontraremos a personas que se apoyarán en nuestra palabra y presencia. Seamos capaces de reconocer esos dones recibidos con los cuales tenemos la maravillosa oportunidad de moldear un mundo más humano, menos instrumental y mercantilista. Pidamos a Dios la valentía de superar el temor y las inseguridades que el poder del mal suscita en nosotros. ¿Cómo hacer que nuestra luz brille junto a otras personas? Jesús quiere que hagamos la diferencia, encontrando en él la fuente que nos revitaliza. Estar dispuestos a abrazar esa llamada y ser agentes de cambio, con valentía y determinación, nos compromete a integrarnos en comunidades que nos procuren lo necesario para madurar en el amor.
“El amor fraterno multiplica nuestra capacidad de gozo, ya que nos vuelve capaces de gozar con el bien de los otros: Alegraos con los que están alegres (Rm 12,15)” (GE 128).
