Primera lectura: Heb 13,1-8:
Jesucristo es el mismo siempre
Salmo: 27:
«El Señor es mi luz y mi salvación»
Evangelio: Mc 6,14-29:
Muerte de Juan el Bautista
4a Semana Ordinario Santa Juliana de Florencia (s. IV)
15 Pero otros decían que era Elías y otros que era un profeta como los clásicos.
16 Herodes lo oyó y dijo: Juan, a quien yo hice decapitar, ha resucitado.
17 Herodes había mandado arrestar a Juan y lo había encarcelado, por instigación de Herodías, esposa de su hermano Felipe, con la que se había casado.
18 Juan le decía a Herodes que no le era lícito tener a la mujer de su hermano.
19 Herodías le tenía rencor y quería darle muerte; pero no podía,
20 porque Herodes respetaba a Juan; sabiendo que era hombre honrado y santo, lo protegía; hacía muchas cosas aconsejado por él y lo escuchaba con agrado.
21 Llegó la oportunidad cuando, para su cumpleaños, Herodes ofreció un banquete a sus dignatarios, sus comandantes y a la gente principal de Galilea.
22 Entró la hija de Herodías, bailó y gustó a Herodes y a los convidados. El rey dijo a la muchacha: Pídeme lo que quieras, que te lo daré.
23 Y juró: Aunque me pidas la mitad de mi reino, te lo daré.
24 Ella salió y preguntó a su madre: ¿Qué le pido? Le respondió: La cabeza de Juan el Bautista.
25 Entró enseguida, se acercó al rey y le pidió: Quiero que me des inmediatamente, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.
26 El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y por los convidados, no quiso contrariarla.
27 Y despachó inmediatamente a un Verdugo con orden de traer la cabeza de Juan. El verdugo fue y lo decapitó en la prisión,
28 trajo en una bandeja la cabeza y se la entregó a la muchacha; ella se la entregó a su madre.
29 Sus discípulos, al enterarse, fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.
Jesús revive en Herodes la culpa de haber decapitado a Juan el Bautista. Herodes encarcelado a Juan, no se da cuenta que se ha encarcelado a sí mismo. No fue capaz de conquistar su libertad y gobernar a favor de la gente. Frente a la amenaza de un líder popular como Jesús, no ve otra alternativa que quitarlo del medio. El poder que ejerce no es sano para él ni para nadie. Quien hace crecer su ego es incapaz de reconocer la alteridad y lo que esta puede ofrecerle. Los profetas de nuestro tiempo con su anuncio incómodo, ¿nos escandalizan, nos preocupan o nos comprometen? Necesitamos pasar del temor al amor y siempre disponernos a cambiar toda realidad injusta, defendiendo el derecho a la vida.
“No se trata solo de migrantes, son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada” (Papa Francisco).