4 de Enero del 2025

Primera lectura: 1Jn 3,7-10: 
No puede pecar, porque ha nacido de Dios
Salmo: 98:
«Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios»
Evangelio: Jn 1,35-42: 
«Hemos encontrado al Mesías»

Antes de Epifanía San Manuel González García (1940)  Santa Elizabeth Seton, fundadora (1821)

 

35 Juan estaba con dos de sus discípulos.
36 Viendo pasar a Jesús, dice: Ahí está el Cordero de Dios.
37 Los discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.
38 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les dice: ¿Qué buscan? Respondieron: Rabí –que significa maestro, – ¿dónde vives?
39 Les dice: Vengan y vean. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Eran las cuatro de la tarde.
40 Uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús era Andrés, hermano de Simón Pedro.
41 Andrés encuentra primero a su hermano Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías –que traducido significa Cristo–.
42 Y lo condujo a Jesús. Jesús lo miró y dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan; te llamarás Cefas –que significa Pedro–.
 
 
 
Comentario 

 

Para el evangelio de Juan es importante presentar a Jesús como el “Cordero de Dios”, reconociendo ese camino de entrega plena. Juan el Bautista, en sí mismo representa la voz de los marginados y oprimidos, señalando a Jesús como camino de vida y esperanza. Los discípulos al escuchar a Juan dejan atrás la seguridad de lo conocido y siguen a Jesús. Simbolizan esa apertura a la novedad, a la transformación personal y comunitaria de quienes quieren ser discípulos del Reino. El diálogo entre Jesús y los discípulos que se deciden a seguirlo enfatiza la necesidad de tener esa comunión de vida con Jesús. «Vengan y vean», porque no basta la doctrina, ni la vida sacramental, ni los rezos, es necesario recorrer los caminos y descubrir con cuánta pasión ama, con cuánta paciencia acompaña y por quiénes lo entrega todo. También el seguimiento de Jesús conlleva un compromiso, como lo significa el evangelio al cambiarle el nombre a Pedro por “piedra o cimiento”, en reconocimiento a la misión que le sería encomendada.

“Estamos llamados a tener el máximo respeto por la dignidad de cada migrante” (Papa Francisco).

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