Primera lectura: Sab 2,1a.12-22:
Lo condenaremos a muerte ignominiosa
Salmo: 34:
«El Señor está cerca de los atribulados»
Evangelio: Jn 7,1-2.10.25-30:
No había llegado su hora
4ª Semana de Cuaresma San Isidoro (636)
2 Se acercaba la fiesta judía de las Chozas.
10 Cuando ya habían subido sus parientes a la fiesta, subió también él, no en público, sino a escondidas.
25 Algunos de Jerusalén comentaban: ¿No es éste el que intentaban matar?
26 Resulta que habla públicamente y no le dicen nada. ¿Habrán reconocido realmente las autoridades que éste es el Mesías?
27 Sólo que de éste sabemos de dónde viene; cuando venga el Mesías nadie sabrá de dónde viene.
28 Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo, exclamó: A mí me conocen y saben de dónde vengo. Yo no vengo por mi cuenta, sino que me envió el que dice la verdad. Ustedes no lo conocen;
29 yo lo conozco porque vengo de él y él me envió. 30Intentaron detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él, porque no había llegado su hora.
La fiesta de las chozas era la conmemoración de los 40 años que pasó el pueblo de Israel en su travesía por el desierto. Es en este contexto de fiesta y de comunidad donde Jesús quisiera que lo reconocieran, precisamente, porque ha venido a transformar la vida de esclavitud. La Buena Noticia de Dios busca la liberación y dignificación de las personas. Pero, según el evangelista Juan, aun intentando festejar de incógnito, murmuran de él y de lo que representa de amenaza su predicación y estilo de vida. El proyecto del Reino ha de continuar despertando inquietud en nuestras comunidades de fe. Hacerlo presente en nuestro modo de relacionarnos, de practicar la religiosidad, de celebrar la vida y la misión compartida. Quienes nos conocen o nos han escuchado también podrán dudar de nosotros, pero tienen que apreciar nuestro testimonio y nuestra capacidad de amar. Somos comunidades misioneras, enviadas a cuidar de la vida, celebrándola y compartiéndola. Vivamos la alegría del evangelio a través de encuentros dignificadores.
“Si el universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo, entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre” (LD 65).