Primera lectura: 1Jn 2,29–3,6:
Los que permanecen en Dios, no pecan
Salmo: 98:
«Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios»
Evangelio: Jn 1,29-34:
«He aquí al Cordero de Dios»
Antes de Epifanía San Kuriakose Elías Chavara (1871)
Continuamos el camino en compañía de Juan Bautista. Él reconoce en Jesús al “Cordero de Dios”, no como un chivo expiatorio que se entrega para aplacar la ira de Dios, sino como quien entrega su vida por amor, siendo este el único camino capaz de acabar con el odio y las guerras. Esta obra redentora de Jesús genera la esperanza que no han podido suscitar las estructuras religiosas y políticas. Juan se reconoce como testigo, subrayando desde el principio el papel de mediación de las comunidades creyentes. El protagonista de la misión de Dios será el Espíritu Santo que como fuego impulsa todas las acciones. Es bueno preguntarnos en este tercer día del año, si estamos incluyendo a Dios en nuestros planes. Si es el Espíritu Santo el que nos da esa fuerza e impulso para amar, servir, perdonar, etc. Juan Bautista nos desafía a seguir el camino de la justicia como una invitación a reconocer la presencia de Dios en todo lo creado, testificando que no estamos solos.
“En cada migrante, debemos reconocer, no sólo un hermano o una hermana en dificultad, sino a Cristo mismo que llama a nuestra puerta” (Papa Francisco).