Primera lectura: Eclo 6,5-17:
Un amigo fiel no tiene precio
Salmo: 119:
«Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos»
Evangelio: Mc 10,1-12:
«Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre»
8a Semana Ordinario San Leandro (600)
2 Llegaron unos fariseos y, para ponerlo a prueba, le preguntaron: ¿Puede un hombre separarse de su mujer?
3 Les contestó: ¿Qué les mandó Moisés?
4 Respondieron: Moisés permitió escribir el acta de divorcio y separarse.
5 Jesús les dijo: Porque son duros de corazón escribió Moisés semejante precepto.
6 Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer,
7 y por eso abandona un hombre a su padre y a su madre, se une a su mujer
8 y los dos se hacen una sola carne. De suerte que ya no son dos, sino una sola carne.
9 Así pues, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
10 Una vez en la casa, los discípulos le preguntaron de nuevo acerca de aquello.
11 Él les dijo: El que se divorcia de su mujer y se casa con otra comete adulterio contra la primera.
12 Si ella se divorcia del marido y se casa con otro, comete adulterio.
Jesús resalta la dignificación e igualdad entre hombres y mujeres. Se enfrenta a la pregunta de los fariseos sobre el divorcio y, en lugar de seguir la interpretación machista de la época, va a la raíz del problema: la dureza de corazón de las personas. Desde la creación misma, Dios unió al hombre y a la mujer en igualdad y complementariedad. Jesús rechaza la dominación y el sometimiento de la mujer. Su mensaje es una invitación a superar las lecturas distorsionadas de los textos sagrados que perpetúan la desigualdad. La igual dignidad y la voluntad original de Dios conducen al respeto mutuo y la unión en el amor. ¿Cómo podemos aplicar y promover relaciones basadas en la igualdad y el respeto? ¿Cómo erradicar las actitudes y sistemas que perpetúan la violencia y la subordinación hacia las mujeres? Redefinamos nuestras opciones y animemos a los matrimonios a vivir en respeto e igualdad.
“El pecado es renunciar al encuentro con el otro, al encuentro con aquel que es diferente, es una oportunidad privilegiada para encontrarse con el Señor” (Papa Francisco).