Primera lectura: Hch 16,11-15:
El Señor le abrió el corazón
Salmo: 149:
«El Señor ama a su pueblo»
Evangelio: Jn 15,26–16,4a:
«El Espíritu dará testimonio de mí»
6ª Semana de Pascua Santa Mariana de Jesús (1645) San Felipe Neri, fundador (1595)
27 y ustedes también darán testimonio, porque han estado conmigo desde el principio.
16.1 Les he dicho todo esto para que no fallen.
2 Los expulsarán de la sinagoga. Incluso más; llegará un tiempo en que el que los mate pensará que está dando culto a Dios.
3 Y eso lo harán porque no conocen al Padre ni a mí.
4 Esto se lo digo para que, cuando llegue su momento, se acuerden de que ya se lo había dicho.
Jesús nos envía su Espíritu, el Espíritu del Padre, y lo define como el Defensor de las causas del Reino. Como dirá san Pablo: «El Espíritu nos viene a socorrer en nuestra debilidad» (Rm 8,26). Nos anima a vivir como Él, que se dejó conducir por el Espíritu (Lc 4, 16). Así la Iglesia se convertirá en una movilización profética en favor del Reino de Dios. Así lo vemos en el texto de Hechos con la evangelización de Lidia y su familia. Lo espiritual para Jesús no es lo simplemente emocional, o milagrero, o lo maravilloso, sino aquello que transcurre por los cauces de lo humano y genera apertura, confianza y nuevas relaciones. La vida, según este Defensor que es el Espíritu, transcurre en los corazones dóciles y sencillos. Lo sagrado es el rostro humano, principalmente de aquellos que se sienten derrotados u olvidados, los siempre crucificados de la historia. Nosotros actuaremos según el Espíritu si conocemos y experimentamos que habita en nuestra casa interior y llegamos a reconocerlo en quienes nos rodean.
“Somos frágiles, pero portadores de un tesoro que nos hace grandes y que puede hacer más buenos y felices a quienes lo reciban” (GE 131).