Primera lectura: Dt 4,1.5-9:
Pon por obra los mandatos de Dios
Salmo: 147:
«Glorifica al Señor, Jerusalén»
Evangelio: Mt 5,17-19:
Quien cumpla y enseñe será grande en el Reino
3ª Semana de Cuaresma San Braulio (651)
18 Les aseguro que mientras duren el cielo y la tierra, ni una «i» ni una coma de la ley dejará de realizarse.
19 Por tanto, quien quebrante el más mínimo de estos mandamientos y enseñe a otros a hacerlo será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero quien lo cumpla y lo enseñe será considerado grande en el reino de los cielos.
Jesús es considerado por el autor del evangelio de Mateo como “el nuevo Moisés”, por lo tanto, el promulgador de la “nueva ley”. Pero él mismo aclara que no es un reformador. Su propuesta es recuperar el auténtico espíritu de la ley, enfatizando que fue creada en función de la persona, para promoverla no para oprimirla. Los más de seiscientos preceptos o normas volvieron escrupulosas a las personas religiosas. En el caminar histórico de la Iglesia se ha dado más importancia a los cánones y normas que a las necesidades de las personas. Es vital volver al mensaje de Jesús: humanizar las estructuras y relaciones. Evitar el clericalismo que daña la comunión, el diálogo sincero e impide el clima acogedor. Oremos con las palabras del prefacio común VII: En la etapa final de la historia, enviaste a tu propio Hijo… para hacer de todas las naciones un solo pueblo nuevo, que tiene como meta, tu reino, como estado, la libertad de tus hijos, como ley, el precepto del amor.
“El proyecto de Dios es esencialmente inclusivo y sitúa en el centro a los habitantes de las periferias existenciales” (Papa Francisco).