Primera lectura: 2Re 5,1-15a:
Había muchos leprosos en Israel
Salmo: 42:
«Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿Cuándo veré el rostro de Dios?»
Evangelio: Lc 4,24-30:
Jesús no ha sido enviado únicamente a los judíos
3ª Semana de Cuaresma San Óscar Arnulfo Romero (1980) Santa Catalina de Suecia (1381)
25 Ciertamente, les digo que había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo estuvo cerrado tres años y medio y hubo una gran carestía en todo el país.
26 A ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta en Sidonia.
27 Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno fue sanado, sino Naamán el sirio.
28 Al oírlo, todos en la sinagoga se indignaron.
29 Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, con intención de despeñarlo.
30 Pero él, abriéndose paso entre ellos, se alejó.
Sabemos que los profetas bíblicamente son reconocidos como “la boca de Dios”. Generalmente, son quienes denuncian las injusticias de los gobernantes y líderes religiosos; también manifiestan la infidelidad y el pecado del pueblo. Además, son pregoneros de esperanza mostrando el camino que conduce a la salvación y a la vida plena. El profeta siempre revela a un Dios paciente y misericordioso. Jesús, reconocido como profeta, ha puesto en evidencia la hipocresía de los dirigentes religiosos, así como las injusticias y violencia ejercida contra el pueblo, especialmente hacia los empobrecidos y excluidos. A través de sus palabras y acciones ha levantado la dignidad de quienes no eran considerados dignos. Su ministerio público tenía como propósito prodigar el perdón, la sanación y la liberación. El proyecto del Reino de Dios no era rentable para quienes gozaban de privilegios, por eso buscan eliminar a Jesús. Así también lo experimentó San Oscar Arnulfo Romero, asesinado por los poderosos que no podían resistir su palabra profética. No desoigamos la palabra profética que busca impulsar nuestro compromiso cristiano.
“La justicia de Dios no mide el amor en la balanza de nuestros retornos, nuestras actuaciones o nuestros fracasos: Dios simplemente nos ama” (Papa Francisco).