Primera lectura: 1Jn 2,22-28:
«Lo que han oído desde el principio permanezca en ustedes»
Salmo: 98:
«Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios»
Evangelio: Jn 1,19-28:
«En medio de ustedes hay uno que no conocen»
Antes de Epifanía San Basilio (379) San Gregorio Nacianceno (390)
20 Él confesó y no negó; confesó que no era el Mesías.
21 Le preguntaron: Entonces, ¿eres Elías? Respondió: No lo soy. ¿Eres el profeta? Respondió: No.
22 Le dijeron: ¿Quién eres? Tenemos que llevar una respuesta a quienes nos enviaron; ¿qué dices de ti?
23 Respondió: Yo soy la voz del que grita en el desierto: Enderecen el camino del Señor, según dice el profeta Isaías.
24 Algunos de los enviados eran fariseos
25 y volvieron a preguntarle: Si no eres el Mesías ni Elías ni el profeta, ¿por qué bautizas?
26 Juan les respondió: Yo bautizo con agua. Entre ustedes hay alguien a quien no conocen,
27 que viene detrás de mí; y yo no soy digno de soltarle la correa de su sandalia.
28 Esto sucedía en Betania, junto al Jordán, donde Juan bautizaba.
El pasaje nos presenta a Juan el Bautista como testigo valiente de las promesas de Dios y pregonero de un estilo alternativo de vida. Lo encontramos siendo interrogado y respondiendo con la verdad. Juan no se atribuye títulos, ni se presenta como elegido, ni mucho menos luchando por una cuota de poder. En cambio, se identifica como “la voz que grita en el desierto”, citando a Isaías, y proclama que la misión encomendada es la de preparar el camino del Señor. El bautismo de inmersión representa un llamado a nacer a la novedad de la vida en Dios, experiencia que se completa con la recepción del Espíritu. Este pasaje resalta la importancia de las mediaciones y de seguir el camino correcto. Juan el Bautista se convierte en un modelo de resistencia pacífica frente a las estructuras religiosas y políticas. Nos recuerda que el verdadero liderazgo es aquel que da testimonio, que indica el camino y ayuda a quienes invitan a Dios a ser parte de sus vidas.
“Sólo caminando juntos podremos ir lejos y alcanzar la meta común de nuestro viaje” (Papa Francisco).
