Primera lectura: Gén 8,6-13.20-22:
Miró Noé y vio que la superficie estaba seca
Salmo: 116:
«Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza»
Evangelio: Mc 8,22-26:
El ciego veía con toda claridad
6a Semana Ordinario San Conrado (1531)
23 Tomando al ciego de la mano, lo sacó a las afueras del pueblo, y luego de ponerle saliva en los ojos, le impuso las manos y le preguntó: ¿Ves algo?
24 Y mientras recobraba la vista dijo: Veo hombres; los veo como árboles, pero caminando.
25 De nuevo le impuso las manos a los ojos. El ciego afinó la mirada, fue sanado y distinguía todo con claridad.
26 Jesús lo envió a casa y le dijo: ¡Ni se te ocurra entrar en el pueblo!
Contemplamos los verbos de acción entrañable que emplea el evangelista para retratar a Jesús: tomar de la mano, poner saliva, imponer las manos (en dos momentos), preguntar, escuchar, enviar. Lo encontramos ocupándose de una persona no-vidente. Pensemos cómo dispuso de todo lo que era para recuperar una vida e intentar reintegrarla a la vida familiar. Seguramente hemos tenido oportunidad de interceder o ayudar a personas necesitadas. Jesús nos recuerda que hemos de disponer de todo lo que somos para cuidar de la vida. Agradece esos momentos en los que alguien te ha sostenido en momentos de dificultad. Fueron presencia del Jesús compasivo y misericordioso. Recibimos la invitación a asumir su pedagogía sanadora en nuestros encuentros, dejándonos sorprender de lo que realiza por medio nuestro. Somos sacramento de su amor en el mundo. Realiza estas acciones sanadoras en tu comunidad y verás qué bueno es el Señor.
“En la lógica del Evangelio, los últimos son los primeros, y nosotros tenemos que ponernos a su servicio” (Papa Francisco).