Primera lectura: Eclo 17,1-13:
Dios hizo el hombre a su imagen
Salmo: 103:
«La misericordia del Señor sobre sus fieles dura para siempre»
Evangelio: Mc 10,13-16:
El que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él
7a Semana Ordinario 40 Santos Mártires de Sebaste (320)
14 Jesús, al verlo, se enojó y dijo: Dejen que los niños se acerquen a mí; no se lo impidan, porque el reino de Dios pertenece a los que son como ellos.
15 Les aseguro, el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
16 Y los acariciaba y bendecía imponiendo las manos sobre ellos.
En el tejido de sociedades adultas, a menudo, los considerados “pequeños” son ignorados o menospreciados. Sin embargo, en la vida de Jesús observamos un amor incondicional hacia los menores, los extranjeros, las mujeres, los empobrecidos. Esta actitud de Jesús se transforma en denuncia hacia una sociedad adulta que se cree autosuficiente. Al aprender de esta comparación, debemos preguntarnos: ¿Qué hacer para extender una mano amigable a los marginados de nuestra sociedad? ¿Cómo cultivar la nobleza y apertura que caracteriza a los niños? Jesús nos llama a ser como niños, no por su actitud caprichosa, sino por el asombro, la aceptación incondicional y la confianza en Dios. Jesús corrige a quienes impiden o bloquean el acceso al Dios amor y ternura entrañable. El llamado para nuestras comunidades es doble: mostrar apertura a la novedad y evitar ser obstáculos para quienes se acercan a la gracia de Dios. Cultivemos la disposición a mirar el mundo con ojos puros, sin prejuicios, siendo agentes de amor entrañable e inclusión.
“El bien que hagamos al mundo lo hacemos a las generaciones presentes y futuras. Se trata de un compromiso personal y colectivo” (Papa Francisco).