Primera lectura: Heb 11,32-40:
Dios nos reserva un plan mejor
Salmo: 31:
«Sean fuertes y valientes de corazón los que esperan en el Señor»
Evangelio: Mc 5,1-20:
Cuenta lo que el Señor ha hecho contigo
4ª Semana Ordinario San Blas (316) San Óscar (865)
2 Al desembarcar en territorio geraseno, salió al encuentro de Jesús un hombre poseído de un espíritu impuro.
3 Habitaba en los sepulcros. Nadie podía sujetarlo, ni con cadenas;
4 en muchas ocasiones lo habían sujetado con cadenas y grillos y él los había roto. Y nadie podía con él.
5 Se pasaba las noches y los días en los sepulcros o por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras.
6 Al ver de lejos a Jesús, se puso a correr, se postró ante él,
7 y, dando un fuerte grito, dijo: ¿Qué tienes contra mí, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¡Por Dios te conjuro que no me atormentes!
8 –Porque le decía: ¡Espíritu inmundo, sal de este hombre! –.
9 Jesús le preguntó: ¿Cómo te llamas? Contestó: Me llamo Legión, porque somos muchos.
10 Y le suplicaba con insistencia que no los echase de la región.
11 Había allí una gran piara de cerdos pastando en la ladera del monte.
12 Le suplicaron: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
13 Y él los permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y se metieron en los cerdos. La piara se precipitó al lago por el acantilado y unos dos mil cerdos se ahogaron en el agua.
14 Los pastores huyeron, y lo contaron en la ciudad y en los campos; y la gente vino a ver lo que había sucedido.
15 Se acercaron a Jesús y al ver al endemoniado, sentado, vestido y en su sano juicio, al mismo que había tenido dentro la legión, se asustaron.
16 Los testigos les explicaban lo que había pasado con el endemoniado y los cerdos.
17 Y empezaron a suplicarle que se marchara de su territorio.
18 Cuando se embarcaba, el que había estado endemoniado le pidió que le permitiese acompañarlo.
19 Pero no se lo permitió, sino que le dijo: Ve a tu casa y a los tuyos y cuéntales todo lo que el Señor, por su misericordia, ha hecho contigo.
20 Se fue y se puso a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él, y todos se maravillaban.
La novedad del evangelio que Jesús trae consigo consecuencias que no siempre estamos en condición de acoger. El proceso de sanación del hombre endemoniado inquieta a los pobladores de aquel lugar. Preocupados más por las pérdidas materiales (los cerdos) y no tanto por la vida digna o liberación, obligan a Jesús que se marche de allí. Todos necesitamos sopesar cómo estamos viviendo. Seguro que nos interesa vivir mejor y con dignidad. Además, estamos de acuerdo con ser solidarios con quienes no la están pasando bien. Pero hay realidades con las que no quisiéramos negociar y menos si se trata de soluciones radicales que rompen con nuestros estilos de vida. Inquieta que, por la obtención de lo material, desatendamos a quien nos necesita. Señor Jesús: ¡enséñanos a no tener estilos de vida que perjudiquen a los más empobrecidos!
“La caridad implica una marcha eficaz de transformación de la historia” (FT 164).