Primera lectura: Hch 18,9-18:
«Muchos de esta ciudad son pueblo mío»
Salmo: 47:
«Dios es el rey del mundo»
Evangelio: Jn 16,20-23a:
«Nadie les quitará la alegría»
6a Semana de Pascua Santa Juana de Arco, mártir (1431)
21 Cuando una mujer va a dar a luz está triste porque le llega su hora. Pero, cuando ha dado a luz a la criatura, no se acuerda de la angustia por la alegría que siente de haber traído un hombre al mundo.
22 Así ustedes ahora están tristes, pero los volveré a visitar y se llenarán de alegría, y nadie les quitará su alegría.
23 Aquel día no me preguntarán nada.
Jesús escogió la mejor imagen posible para explicarnos lo que sucede en el misterio pascual: la mujer embarazada a punto de dar a luz. En esa situación se angustia, sufre dolores, se pone triste, pero está en las vísperas de una gran alegría ya que un nuevo ser humano va a venir a este mundo. Todo el proyecto del Reino es un embarazo que anida en las entrañas del mundo a punto de gestar la vida nueva de los hijos e hijas de Dios. En las Bienaventuranzas Jesús trazó el código de la felicidad: la de estar saciados, consolados, herederos de la tierra, compadecidos, dotados de misericordia, dignificados (Mt 5,1-10). Jesús nos alienta como hace el Apocalipsis (Ap 12) cuando narra, en lenguaje lleno de símbolos, que está pendiente un combate entre la mujer embarazada, el pueblo de Dios, y el dragón, las estructuras de iniquidad. La victoria de la mujer es posible al dar a luz al proyecto de vida alternativo del Reino en nuestras comunidades.
“Necesitamos el empuje del Espíritu para no ser paralizados por el miedo y el cálculo, para no acostumbrarnos a caminar solo dentro de confines seguros” (GE 133).