27a Semana Ordinario
Ntra. Sra. del Rosario)
Jon 3,1-10: Dios se arrepintió
Sal 130: «Perdónanos, Señor, y viviremos»
Lc 10,38-42: Marta lo recibió en su casa
En aquel tiempo, yendo de camino, entró Jesús en un pueblo. Una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa.
39 Tenía una hermana llamada María, la cual, sentada a los pies del Señor, escuchaba sus palabras.
40 Marta, ocupada en los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: Maestro, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en los quehaceres? Dile que me ayude.
41 El Señor le respondió: Marta, Marta, te preocupas y te inquietas por muchas cosas,
42 cuando una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y no se la quitarán.
Comentario
El relato de Lucas nos dice que Jesús es alojado en una casa que no corresponde a la típica judía, con un varón a la cabeza. Esta casa la conforman dos mujeres que debía funcionar bajo su propia dinámica. Ambas hermanas son discípulas de Jesús, no meras simpatizantes. Las discípulas sedentarias -las hubo itinerantes- resultaron esenciales para arraigar el movimiento de Jesús y que se volviera experiencia de vida. Lo que se anunciaba en plazas y sinagogas se debía traducir en nuevos dinamismos dentro de los espacios domésticos. La evangelización en las casas, bajo diversos liderazgos, propiciaba que el Evangelio impulsará formas variadas de organización. El discipulado es asunto también de discernir la “parte mejor”, cuando dos opciones obligan a la vez. Está más que claro que la dicotomía y la exclusión no son la vía para sostener la “Iglesia doméstica”. Necesitamos recuperar la flexibilidad teológica y pastoral que garantice “la parte mejor” a cada persona. Agradezcamos el liderazgo de las mujeres en nuestras comunidades.
“Acompañamiento y decidida promoción de las mujeres caminan al mismo paso” (Sínodo de la Sinodalidad, I Sesión, octubre 2023).