27a Semana Ordinario
Santa María Rosa Durocher (1849)
San Bruno (1101)
Jon 1,1–2,1-11: Se levantó Jonás para huir
Interleccional Jon 2: «En el peligro grité al Señor y me respondió»
Lc 10,25-37: ¿Quién es mi prójimo?
En aquel tiempo un doctor de la ley se levantó y, para poner a prueba a Jesús, le preguntó: Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna
26 Jesús le contestó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees?
27 Respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo.
28 Entonces le dijo: Has respondido correctamente: obra así y vivirás.
29 Él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
30 Jesús le contestó: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Tropezó con unos asaltantes que lo desnudaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto.
31 Coincidió que bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, pasó de largo.
32 Lo mismo un levita, llegó al lugar, lo vio y pasó de largo.
33 Un samaritano que iba de camino llegó a donde estaba, lo vio y se compadeció.
34 Le echó aceite y vino en las heridas y se las vendó. Después, montándolo en su cabalgadura, lo condujo a una posada y lo cuidó.
35 Al día siguiente sacó dos monedas, se las dio al dueño de la posada y le encargó: Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta.
36 ¿Quién de los tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los asaltantes?
37 Contestó: El que lo trató con misericordia. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo.
Comentario
San Lucas nos lleva por la ruta del discipulado, o lo que es lo mismo, va a ir mostrando distintos aspectos que el seguidor de Jesús debe considerar en su proceso de maduración. El asemejarse a Cristo culmina en la paradójica “ascensión”. Es importarte identificar el “prójimo” en el que debo amar a Dios y a mí mismo. No es banal que, en la historia contada por Jesús, los personajes acreditados por piadosos decepcionan, mientras que uno detestable muestra amar a Dios y al prójimo de manera ejemplar. Jesús es categórico al apuntar que la misericordia, es decir, la compasión entrañable hacia una persona necesitada, asegura la comunión permanente con Dios. Ojalá dediquemos en familia o en comunidad un día para practicar la misericordia. De ser necesario, salgamos a la calle, rodeemos el mercado y la plaza, allí junto a la estación de autobuses, encontraremos a alguien “medio muerto”. Abonemos la vida, fomentando su defensa y cuidado. No pongamos tantos pretextos, ni finjamos olvido, tendamos la mano y ofrezcamos nuestra ayuda solidaria.
“Una excesiva preocupación por sí mismos puede conducir a ver en los otros una amenaza y, así, recluirse en el individualismo” (Sínodo de la Sinodalidad, I Sesión, octubre 2023).