18a Semana Ordinario
Basílica de Santa María la Mayor
Nuestra Señora de Copacabana
Núm 12,1-13:
No es como los otros profetas
Sal 51:
«Misericordia, Señor, hemos pecado»
Mt 14,22-36:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?»
22 Enseguida mandó a los discípulos embarcarse y pasar antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
23 Después de despedirla, subió él solo a la montaña a orar. Al anochecer, todavía estaba allí, solo.
24 La barca se encontraba a buena distancia de la costa, sacudida por las olas, porque tenía viento contrario.
25 Ya muy entrada la noche Jesús se acercó a ellos caminando sobre el lago.
26 Al verlo caminar sobre el lago, los discípulos comenzaron a temblar y dijeron: ¡Es un fantasma! Y gritaban de miedo.
27 Pero Jesús les dijo: ¡Ánimo! Soy yo, no teman.
28 Pedro le contestó: Señor, si eres tú, mándame ir por el agua hasta ti.
29 Ven, le dijo Jesús. Pedro saltó de la barca y comenzó a caminar por el agua acercándose a Jesús;
30 pero, al sentir el fuerte viento, tuvo miedo; entonces empezó a hundirse y gritó: ¡Señor, sálvame!
31 Al momento Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
32 Cuando subieron a la barca, el viento amainó.
33 Los de la barca se postraron ante él diciendo: Ciertamente eres Hijo de Dios. 34Terminaron la travesía y atracaron en Genesaret.
35 Los hombres del lugar lo supieron y difundieron la noticia por toda la región. Le llevaron todos los enfermos
36 y le rogaban que les permitiese nada más rozar el borde de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos.
Los recelos y el miedo son un obstáculo para ejercer el liderazgo. En la primera lectura, los prejuicios desconocen la riqueza de otras culturas y pueblos. Aarón y Miriam murmuran contra Moisés por casarse con una africana. Moisés, en cambio, intercede ante Dios pidiendo el perdón y la sanación de toda diferencia, porque la familia y proyecto liberador son superiores. El salmo se transforma en una súplica que pide aliviar la desconfianza y los resentimientos que brotan del corazón. En el evangelio encontramos a la comunidad discipular a la deriva, navegando con viento contrario. El miedo se apodera de ellos, impidiéndoles mantener la entereza. Al aproximarse Jesús, aquello que los atemorizaba se disipa, pero la fe vacilante de Pedro queda evidenciada. Vemos como ambos liderazgos se encuentran en un punto crítico en el que tienen que ejercerlo con paciencia y fortaleza. No será difícil reconocer la presencia de Dios en ambos escenarios. El Papa Francisco nos da la clave, invitándonos a no ser obstáculo de la justicia social.
“Si el universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo, entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre” (LD 65).