18a Semana Ordinario
San Juan María Vianney (1859)
Núm 11,4b-15:
«Yo no puedo con este pueblo»
Salmo 81:
«Aclamemos a Dios, nuestra fortaleza»
Mt 14,13-21:
«Denles ustedes de comer»
14 Jesús desembarcó y, al ver la gran multitud, sintió lástima y sanó a los enfermos.
15 Al atardecer los discípulos fueron a decirle: El lugar es despoblado y ya es tarde; despide a la multitud para que vayan a los pueblos a comprar algo de comer.
16 Jesús les respondió: No hace falta que vayan; denle ustedes de comer.
17 Respondieron: Aquí no tenemos más que cinco panes y dos pescados.
18 Él les dijo: Tráiganlos.
19 Después mandó a la multitud sentarse en la hierba, tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista al cielo, dio gracias, partió el pan y se lo dio a sus discípulos; ellos se lo dieron a la multitud.
20 Comieron todos, quedaron satisfechos, recogieron las sobras y llenaron doce canastos.
21 Los que comieron eran cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
La libertad mal encauzada lastima y se convierte en lo opuesto. Incluso, nos encontramos con leyes pensadas para favorecer a pequeños grupos económicos y no al bien común. El panorama se torna complejo cuando el pueblo, víctima inconsciente, justifica el contexto. Israel caminando por el desierto, se vio tentado por el hambre y la seguridad, a negociar su libertad. Moisés enfatiza la falta de confianza en Dios y terquedad del pueblo. A partir de los escenarios actuales en nuestros pueblos, es necesario clamar por la justicia alimentaria. Jesús, sin negar lo anterior, revela un camino alternativo. Sin negar la inequidad y el hambre del momento, invita a no replicar modelos de acaparamiento o indiferencia. A partir de la solidaridad del que comparte lo poco que tiene es posible, entre todos, saciar el hambre y presenciar que nadie debiera pasar necesidad porque alcanza y sobra. La transformación de la conciencia discipular al compartir es milagrosa. El Maestro nos plantea esta cuestión antes de seguir el camino hacia la libertad.
“El proyecto de Dios es esencialmente inclusivo y sitúa en el centro a los habitantes de las periferias existenciales” (Papa Francisco).