22º Semana ordinaro
Santa Rosalía (1160)
Col 1,9-14: Nos ha trasladado al reino de su Hijo querido
Sal 98: «El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad»
Lc 5,1-11: «Serás pescador de hombres»
1 La gente se agolpaba junto a Jesús para escuchar la Palabra de Dios, mientras él estaba a la orilla del lago de Genesaret.
2 Vio dos barcas junto a la orilla; los pescadores se habían bajado y estaban lavando sus redes.
3 Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a la multitud desde la barca.
4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Navega lago adentro y echa las redes para pescar.
5 Le replicó Simón: Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos sacado nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes.
6 Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes.
7 Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Llegaron y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
8 Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo: ¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador!
9 ya que el temor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que habían pescado.
10 Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Jesús dijo a Simón: No temas; en adelante serás pescador de hombres.
11 Entonces, amarrando las barcas, lo dejaron todo y lo siguieron.
En el episodio de la pesca abundante nos encontramos también con la llamada a sus primeros discípulos. La pesca siempre se ha identificado como el símbolo de la misión de la Iglesia. Y es que, desde el comienzo, las primeras comunidades cristianas se sintieron “convocadas” por Jesús. En su sentido etimológico la palabra Iglesia significa “reunión de los llamados”. Si formamos parte de una comunidad parroquial o pequeña comunidad, no podemos olvidar que la palabra de Jesús y su enseñanza nos convocan y nos dan la fuerza para perseverar. El encuentro con Jesús y su llamada se renueva en la cotidianidad de la vida. No podemos dar por satisfecha nuestra respuesta, acostumbrados a ciertas rutinas religiosas. La pesca de humanidad es constante y de modo permanente. Jesús no obliga, sugiere y espera paciente la respuesta. Ojalá transmitamos el atractivo de la persona de Jesús y entusiasmemos a otros con la novedad del Evangelio. No pensemos tanto en lo que hemos dejado por Jesús, sino en todo lo que su seguimiento nos posibilita.
“Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no sólo con palabras sino sobre todo con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios” (EG 259).