23a Semana Ordinario
San Gregorio Magno (604)
Col 1,1-8: «El mensaje de la verdad ha llegado a ustedes»
Sal 52: «Confío para siempre en el amor de Dios»
Lc 4,38-44: Curación de la suegra de Pedro
38 En aquel tiempo salió Jesús de la sinagoga y entró en casa de Simón. La suegra de Pedro estaba con fiebre muy alta y le suplicaban que hiciera algo por ella.
39 Él se inclinó sobre ella, increpó a la fiebre y se le pasó. Inmediatamente se levantó y se puso a servirlos.
40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos con diversas dolencias se los llevaban. Él ponía las manos sobre cada uno y los sanaba.
41 De muchos salían demonios gritando: ¡Tú eres el Hijo de Dios! Él los increpaba y no los dejaba hablar, pues sabían que era el Mesías.
42 Por la mañana salió y se dirigió a un lugar despoblado. La multitud lo anduvo buscando, y cuando lo alcanzaron, lo retenían para que no se fuese.
43 Pero él les dijo: También a las demás ciudades tengo que llevarles la Buena Noticia del reino de Dios, porque para eso he sido enviado.
44 Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Comentario
Este relato lo encontramos en los evangelios sinópticos, mostrándonos una jornada típica en la vida de Jesús. Es como un resumen, un “sumario”, del ministerio o misión de Dios. Descubrimos como sale al encuentro de las necesidades humanas. Con la sanación de la suegra de Pedro, reconocemos que el interés primordial de Jesús es la reintegración de las personas a la vida de comunidad. Enfatizando que una vez sanada, ella se pone a servir, se anticipa el liderazgo de las mujeres de Galilea que acompañan a Jesús en su ministerio. En nuestras comunidades no debemos olvidar el valioso servicio de las mujeres. Ellas continúan siendo pilares de fe en nuestros ambientes. Necesitamos también sanarnos de todo aquello que impide a las comunidades la mutua valoración e inclusión. Enviados a servir no en solitario, ni con nuestras solas fuerzas. Recibimos la encomienda de aliviar el sufrimiento y el dolor. Una invitación a no acomodarnos, no quedarnos inmóviles, sino a manifestar lo que somos en realidad. Sirvamos con amor y en comunidad.
“¿Qué supone la creación de un mundo mejor? Buscar un desarrollo auténtico e integral, a trabajar para que haya condiciones de vida dignas para todos” (Papa Francisco).