26 de Julio del 2025

Le contó Jesús a la multitud otra parábola: 
24 El reino de los cielos es como un hombre que sembró semilla buena en su campo. 
25 Pero, mientras la gente dormía, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo, y se fue. 
26 Cuando el tallo brotó y aparecieron las espigas, también apareció la cizaña. 
27 ¿De dónde le viene la cizaña? 
28 Les contestó: Un enemigo lo ha hecho. Le dijeron los sirvientes: ¿Quieres que vayamos a arrancarla? 
29 Les contestó: No, porque, al arrancarla, van a sacar con ella el trigo. 
30 Dejen que crezcan juntos hasta la cosecha. Cuando llegue el momento, diré a los cosechadores: Arranquen primero la cizaña, y en atados échenla al fuego; luego recojan el trigo y guárdenlo en mi granero.

 

 

 

Comentario 

 

El Éxodo recuerda el compromiso del pueblo en la alianza pactada con Dios. Todos los elementos, particularmente el de la sangre, conducen a la entrega y cuidado de esa relación esponsal. Con el salmista se invita al cumplimiento de los votos frente al Dios siempre fiel, a pesar de la infidelidad de muchos. Reconocemos la inconstancia en nuestra respuesta y la cercanía de Dios. Y este es el tema de la parábola de hoy. Jesús es consciente de la existencia de la cizaña presente en la vida de comunidad. No pasemos por alto la advertencia de aquellos líderes que no fomentan la unidad, sino que buscan dividir. Pero, la proclamación del Reino implica vivir bajo estas tensiones. Se requiere un pueblo que con sabiduría cargue con esta dura realidad, que la viva serenamente y sepa discernir con justicia el proceder humano. Quizá, inesperadamente, la bondad este presente en realidades de dolor que nos desafían. Aunque a veces nos cueste comprendernos y convivir, pensemos que son oportunidades para crecer en el amor.

“No es fácil entrar en la cultura que nos es ajena, ponernos en el lugar de personas tan diferentes a nosotros, comprender sus pensamientos y sus experiencias” (P. Francisco).