25a Semana Ordinario
San Pío de Pietrelcina (1968)
Esd 6,7-8.12b.14-20: Gracias a Darío se reconstruyó el Templo
Sal 122: «Vamos alegres al encuentro del Señor»
Lc 8,19-21: «Mi madre y mis hermanos, los que cumplen la Palabra»
En aquel tiempo se le presentaron a Jesús su madre y sus hermanos, pero no lograban acercarse por el gentío. Le avisaron: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. Él les replicó: Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen.
Comentario
A Jesús le tocó vivir en una sociedad judía helenizada (de costumbres griegas), en la que el estatus de cada familia determinaba la suerte o el futuro de sus miembros, particularmente de los varones. Se esperaba que el hijo mayor continuara o engrandeciera la prole con el éxito militar, comercial o cualquier otro emprendimiento. El evangelio nos muestra a Jesús distanciado de esas ambiciones familiares inmediatas. Por el contexto que Lucas le da a este episodio, su madre y hermanos buscan pertenecer al círculo discipular más inmediato. Lo que da ocasión a enseñar que el discipulado del Reino no es cuestión de consanguinidad o nepotismo. El discipulado pasa por acoger y hacer vida la Palabra. La familia es uno de los valores más preciosos de nuestros modos culturales. Pero es innegable que, a su interior, las dinámicas de relación no siempre hacen crecer y madurar a sus miembros. Toleramos el daño y nos volvemos tóxicos. ¿Hay algo o alguien en nuestro círculo inmediato que nos impida vivir los genuinos valores del Reino?
“María, ayúdanos a decir nuestro «sí» ante la urgencia, más imperiosa que nunca, de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús” (EG 288).