19a Semana Ordinario
Santa Clara de Asís (1253)
Dt 10,12-22:
«Amarán al forastero»
Sal 147:
«Glorifica al Señor, Jerusalén»
Mt 17,22-27:
Lo matarán, pero resucitará
22 Mientras paseaban juntos por Galilea, Jesús les dijo a sus discípulos: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres
23 que le darán muerte. Pero al tercer día resucitará. Ellos se entristecieron profundamente.
24 Cuando llegaron a Cafarnaún, los recaudadores de impuestos se acercaron a Pedro y le dijeron: ¿El maestro de ustedes no paga los impuestos?
25 Pedro contestó: Sí. Cuando entró en casa, Jesús se le adelantó y le preguntó: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran impuestos?, ¿de los hijos o de los extraños?
26 Contestó que de los extraños y Jesús le dijo: Eso quiere decir que los hijos quedan libres de pagar.
27 Pero para no dar motivo de escándalo, ve al lago, echa un anzuelo y al primer pez que pique sácalo, ábrele la boca y encontrarás una moneda. Tómala y paga por mí y por ti.
Nos convocan a trabajar por un mundo mejor, la experiencia salvífica y la dignidad del injusticiado. El autor deuteronomista, con talante profético, relaciona la exigencia de los preceptos con la práctica de la justicia hacia los rostros más sufrientes: el huérfano, la viuda y el extranjero. En el evangelio, Jesús anuncia su identidad como mesías sufriente y, de golpe, emergen sospechas de que él evade el pago de impuestos. Recibimos una lección de parte de Jesús sobre la honradez. Un creyente nunca ha de olvidar sus obligaciones civiles. Para Jesús es importante aquella justicia, que no permite el enriquecimiento de unos pocos a costa de explotar a los más pobres. No se puede sólo pagar impuestos de manera ingenua, se ha de exigir la transparencia en el uso de los mismos. Apela a la dignidad de los hijos e hijas que sabiendo administrar los bienes, los comparten con equidad. Pareciera que nuestra sociedad mide a todos por igual sin contemplar las urgentes situaciones de los últimos y olvidados.
“Donde haya exclusión, florezca la fraternidad y que todos seamos constructores de tu Reino” (Papa Francisco).