18a Semana Ordinario
San Lorenzo (258)
Sabiduría 18,6-9:
Castigabas a los enemigos y nos honrabas llamándonos a ti
Salmo 33:
«¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor!»
Hebreos 11,1-2.8-19:
La fe, seguridad de lo que se espera
Lucas 12,32-48:
Dichoso el sirviente que se encuentre preparado
32 Dijo Jesús a sus discípulos: No temas, pequeño rebaño, que el Padre de ustedes ha decidido darles el reino.
33 Vendan sus bienes y den limosna. Consigan bolsas que no se rompan, un tesoro inagotable en el cielo, donde los ladrones no llegan ni los roe la polilla.
34 Porque donde está el tesoro de ustedes, allí también estará su corazón.
35 Tengan la ropa puesta y las lámparas encendidas.
36 Sean como aquellos que esperan que el amo vuelva de una boda, para abrirle en cuanto llegue y llame.
37 Dichosos los sirvientes a quienes el amo, al llegar, los encuentre despiertos: les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentarse a la mesa y les irá sirviendo.
38 Y si llega a media noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.
39 Entiendan bien esto, si el dueño de casa supiera a qué hora iba a llegar el ladrón, no le dejaría abrir un boquete en su casa.
40 Ustedes también estén preparados, porque cuando menos lo piensen llegará el Hijo del Hombre.
41 Pedro le preguntó: Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?
42 El Señor contestó: ¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su personal, para que les reparta las raciones de comida a su tiempo?
43 Dichoso aquel sirviente a quien su señor, al llegar, lo encuentre actuando así. 44Les aseguro que le encomendará administrar todos sus bienes.
45 Pero si aquel sirviente, pensando que su señor tarda en llegar, se pone a pegar a los muchachos y muchachas, a comer y beber y emborracharse,
46 llegará el señor de aquel sirviente el día y la hora menos esperados, lo castigará y lo tratará como a los traidores.
47 Aquel sirviente que, conociendo la voluntad de su señor, no prepara las cosas ni cumple lo mandado, recibirá un castigo severo;
48 pero aquel que, sin saberlo, cometa acciones dignas de castigo, será castigado con menos severidad. A quien mucho se le dio mucho se le pedirá; a quien mucho se le confió mucho más se le exigirá.
Los textos bíblicos presentan la fe en Dios y sus consecuencias comunitarias. Estas reflexiones sapienciales persuaden o animan a los miembros de la Iglesia, para continuar el camino de reforma sinodal. Sin una redefinición o resignificación de los liderazgos eclesiales será utópico o imposible abrirse a la novedad. Es fundamental la renovación de nuestra fe, generando nuevas maneras de relacionarnos entre nosotros y con todo lo creado. El primer texto, incluso en su generalidad, revela cómo la gesta del éxodo manifiesta para opresores y oprimidos una lección de verdadera sabiduría. Dios está con su pueblo, anhelando que el opresor abra los ojos, y aunque su justicia supera la ley del talión, la vida se encarga de pasar factura a los que se rebelan. Se espera que de la crisis surja un pueblo unido y solidario. Esta es la fe que se transforma en certeza y da ánimo a los líderes del pueblo, quienes alientan el camino hacia la libertad.
El nuevo pueblo de Dios, fundado en las comunidades discipulares, hereda estos significados. La carta a los Hebreos invita a la renovación de la fe, abrazando la promesa de ese Dios que camina con su pueblo. Exhorta a mantener viva la esperanza, a ejemplo de Abraham y de Sara, ambos sometidos a la prueba, mostraron que la fe es capaz de transformar la injusticia en oportunidad, aprendieron a obrar justamente y no por capricho. Y es el mismo camino que nos invita a transitar Jesús. La obediencia de la fe invita a la Iglesia a no cerrar los caminos de unidad y comunidad que harán presente el Reino que trae la justicia y paz.
El Evangelio de Lucas insiste en el tema de la confianza en Dios. Quien vive de la providencia de Dios, no sólo consigue lo básico, sino que lo comparte. La vida no puede depender de seguridades puramente materiales, si olvida el horizonte del Reino y la experiencia de ser comunidad de iguales. Solo quien asume el servicio desinteresado como vocación, hace suyo el proyecto del Padre y, por lo tanto, alcanza la plenitud del amor y practica la justicia. Es en la experiencia comunitaria como se concreta ese otro mundo alternativo, representado en las parábolas que hemos leído hoy. Cuidarse del apego a los bienes y considerarlos como un medio para la comunión; la exigencia de permanecer fieles a la misión encomendada, siendo servidores y jamás abusar del poder. Tener en cuenta esto favorece la comunión eclesial y el camino sinodal. Ambos mensajes de Jesús son una clara invitación a ser impulsores de nuevas maneras de relacionarnos, anhelando que las redes solidarias contrarresten el egoísmo del mundo.
“Pueden advertirse en muchos agentes evangelizadores, aunque oren, una acentuación del individualismo, una crisis de identidad y una caída del fervor” (EG 78).